Bart A. Pattyn, articulista invitado
México, como Brasil, es un país donde el virus del SARS-CoV-2 se ha vuelto literalmente contagioso. Aunque hay dudas sobre la extensión de las infecciones (más 600 mil), y el número de muertes (más 66 mil) directamente causadas por el COVID19, incluso los números oficiales indican que la propagación no ha sido controlada.
La mayoría de los casos se concentran en la gran zona metropolitana que rodea a la Ciudad de México, incluidos los estados de México y Puebla.
Dadas las peculiaridades del país, las consecuencias financieras son mucho peores que las de la crisis financiera de 2008/09.
La economía mexicana ha estado en un declive desde el segundo trimestre de 2019, con una contracción acelerada hasta el -17.1% en el segundo trimestre de 2020.
5 trimestres sucesivos de crecimiento negativo, con un descenso de más del 10% en general está muy cerca de una depresión oficial.
México tiene el desafío definitivo de volver a la normalidad
La mayoría de los componentes del PIB mexicano están amenazados: bajo precio del petróleo, crecimiento negativo en el principal mercado de exportación (Estado Unidos), dificultades con las remesas, colapso de la industria turística, gran parte de la población depende de la economía informal.
Las cifras de empleo formal disminuyeron con más de un millón de empleos en el segundo trimestre de 2020.
Distanciamiento social
En la realidad mexicana, el concepto de distanciamiento y encierro social, tal como se utiliza en Europa y Asia para contener la infección, no es viable.
Mucha gente depende de un ingreso diario que se obtiene mediante el trabajo manual o la venta en mercados públicos y en efectivo, tanto en las zonas rurales como en las urbanas.
Las familias viven en grupos intrageneracionales bastante grandes, lo que hace más probable la transmisión de los niños a los ancianos.
Reactivar la economía
Los desafíos que enfrentan las autoridades para relanzar la economía son excepcionales y no están totalmente bajo control local.
El programa del Presidente de gastar 26 mil millones de dólares en programas sociales (alrededor del 3% del PIB) ayudaría, pero no alcanza a cubrir las necesidades reales, y no es muy impresionante frente a la contracción económica.
La realidad es que millones de familias caerán en la pobreza. Según Coneval, que controla la pobreza, hasta 11 millones de personas podrían caer en la pobreza extrema, y 49 millones en total podrían vivir en la pobreza.
Asistencia sanitaria
La limitada disponibilidad de atención médica avanzada es un factor adicional. México tiene en promedio 2 camas de hospital por cada 100 mil habitantes, mucho menos que en Europa (Alemania tiene 8 camas por cada 100 mil personas).
Si bien las familias con acceso a un empleo formal también tienen acceso a la atención médica del IMSS, la atención médica avanzada (y los respiradores en las unidades de la Unidad de Cuidados Intensivos) a menudo sigue siendo un privilegio para las familias que pueden pagar la atención médica privada.
México es uno de los países de los mercados en crecimiento más afectados por el COVID-19. La economía sufrirá profundamente y muchas familias de clase media terminarán en la pobreza.
Las políticas gubernamentales no han podido hasta ahora hacer frente a las nuevas realidades. El COVID-19 es un grave revés social y económico para México.
Una vez que la situación se normalice, México tendrá la ventaja de estar en la primera línea para reemplazar las líneas de suministro que ahora corren desde China, pero mientras tanto, el país necesita cuidados intensivos.
Si hay una lección que aprender de la crisis actual, que sea esta: la atención sanitaria de calidad debe estar disponible para todos, y los trabajadores de la salud son los únicos que una persona realmente necesita cuando todo va mal.
El mundo y la economía mundial están experimentando una transformación sin precedentes, un retroceso de 50 años de globalización y el peligro de que se intensifique el conflicto armado. Habrá un orden mundial diferente, una economía diferente y un comercio mundial diferente.
Es hora de que las empresas se embarquen en el talento para hacer frente a la crisis.