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La bonita vecindad

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Lavar escusados y barrer el enorme patio de la escuela primaria urbana federal era parte de su trabajo. Se enteraba de las nuevas que las madres de familia compartían en los corrillos formados fuera del plantel.

Encarnación era parte del grupo selecto de mujeres comunicativas e interesadas en los pormenores de las vidas ajenas. Ella cumplía las labores de conserje. A sus sesenta años y pico, era madre de tres hijos, abuela de siete nietos, y se entretenía atendiendo a Cástulo, un muchacho que conoció cuando él cursaba el quinto grado con la maestra Pepita, mujer karateka de rizos negros y rostro cremoso, resanado con menjurjes antiarrugas que poco justificaban su precio.

Encarnación cuenta a la Abuela Vito que, hasta hace unos años, para ser exactos, hasta que la tierra tembló en el año ochenta y cinco, era dueña de un departamento en la colonia Centro; entonces era empleada del gobierno del antes llamado Distrito Federal. Nos hicieron la de a Chuchita la bolsearon y por más juntas de condóminos y pleitos que armamos, no pudimos recuperar nuestro patrimonio. Me queda el consuelo de que mis hijos y yo nos paseamos de lo lindo. La vida es para vivirla felices, dice la mujer con una mezcla de gusto y de nostalgia.

Ese año fue terrible: me liquidaron y mi departamento se cayó. Por gracia de Dios todos estábamos fuera, habíamos salido hacia la escuela, veinte minutos antes de que la tierra se moviera. Encarnación da un sorbo a su café y la tibieza del trago la reconforta; mira el techo de la cochera y parece que sus pensamientos se elevaran hasta perderse entre los tubos de luz blanca que Abuela Vito enciende a las seis de la tarde: “Porque ‘el salón’ —así llama Abuela Vito a su cochera— parece una boca de lobo. Tú y yo estamos viejas y cualquier tropezón, Dios no lo quiera, nos romperíamos un hueso y luego ni quien nos arrime un vaso de agua”, dice Abuela Vito mientras prepara sendos platos con milanesa, ensalada de lechuga y pepinos para que coman sus nietos que, apenas llegaron de la escuela, subieron a su cuarto a dormir y ni caso hicieron del menú.

Encarnación poco habla del padre de sus hijos. Casi nada se sabe de su historia amorosa. Encarnita —como le dicen de cariño sus amistades— es platicadora y su voz ronca denota su pasado de fumadora; también las manchas en sus dedos y su rostro la delatan. Se volvió inquilina de Abuela Vito hace un par de años. Los demás arrendatarios la consideran privilegiada. Algunos se han quejado con Vito: Debería de ver cómo sale el vapor del baño por las ventilas. La señora Encarnación se baña con agua tan caliente que hasta parece quiere pelarse como un pollo. Se mete a darse sus chapuzones con su muchacho, que ni vive aquí. Luego usted quiere cobrarnos de más cuando llega la cuenta del gas. Eso no es justo.

Abuela Vito hace como que escucha las quejas, pero en realidad presta oídos sordos. Parece tener cierta predilección por la vieja Encarnación. Abuela es un par de años menor que ella, pero siente que sus consideraciones por su inquilina la acercarán un peldaño más en su camino al cielo. ¿¡¡Qué ustedes nunca serán viejos!!? No juzguen y no serán juzgados, retoba Abuela Vito cuando unimos nuestras voces a las de la disidencia: también formamos parte de su lista de inquilinos que, cada mes, religiosamente, nos reportamos por el alquiler de las viviendas.

Abuela Vito no perdona, desde la puerta de su negocio de dulces —que antes fue la tienda de La Chata— observa el trajín de su casa: quién entra y quién sale, a qué hora, si tienen visitas y cuánto tiempo se quedan. No le gusta que martillen sus paredes, para increpar al osado que pretende perforar los muros con sus clavos, ella se excusa en la molestia que provoca el ruido a quienes trabajan de noche y quieren descansar.

Vito tiene sus propias frases hechas para convencernos de que, aunque seamos familia, nada es gratis: La familia es una cosa y el negocio es aparte. Si quiero pedir permiso, que sea sólo a mi bolsa: no me gustaría depender de ustedes ni de nadie. Mi casa me costó y ustedes ganan bien, bendito Dios; no sean injustos, la vida cuesta y hay que pagar impuestos, no todo se trata de nomás pacá y nada pallá; así que cáiganse con su cuerno y todos en paz y felices, nos dice mientras extiende su mano gruesa y pesada para darnos cariños (sopapos) que duelen.

Encarnación trabaja en la escuela desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde. No hay turno vespertino, entonces, a esa hora, la escuela se cierra. A las dos en punto, maestros y alumnos ya se retiraron. Cuando la escuela está vacía, Cástulo ayuda a Encarnación a barrer el patio y los salones. Los días sábado hace limpieza profunda en la oficina de la directora. El domingo es día de descanso, Encarnación y Cástulo van a comer tamales en el mercado. También hacen el mandado para toda la semana: Luego tú te vas a trabajar y a mí se me hace muy pesado ir y venir, dice Encarnación a Cástulo, mientras él carga la bolsa con verduras, pollo, cerdo y demás alimentos consumir hasta el próximo domingo.

Encarnación y Abuela Vito comparten momentos por las tardes. A Vito le gusta el tono desenfadado que tiene Encarnación para contar sus propias historias (y las ajenas) —de estas últimas conoce muchas, unas muy pícaras, otras sumamente trágicas—. De vez en cuando, un cliente asoma por la ventanita del pequeño negocio: despacha un refresco, unos pesos de dulces, unas pastillas para el aliento o un cigarro suelto. Luego vuelve a tomar asiento frente a Encarnación, quien disfruta su café soluble con una cucharada de azúcar. Los demás inquilinos, con un dejo de molestia por ver a Encarnita de encimosa, saludan a Vito y se encaminan, escaleras arriba, al cuarto que les sirve de vivienda.

Por lo general son personas solas, hombres y mujeres, que pasan la mayor parte del día en sus empleos y sólo ocupan el cuarto para dormir, lavar su ropa los domingos y descansar. Algunas viviendas tienen baño común, e igual son comunes las quejas contra quienes se niegan a darle una lavada al baño que ya luce percudido y con sarro acumulado en escusados, lavamanos y paredes. Es que no todos tenemos los mismos hábitos de higiene. Hay que ser puerco, pero no tan trompudo, dice Encarnación y la sonrisa no le cabe en el rostro, siente que se ha ganado a Vito con este tipo de comentarios, pero Vito no se deja engañar tan fácil y piensa: Esta condenada viejita, bien que me quiere ver la cara de maje, si es igual de trompuda que los otros puercos, pero las dos somos viejas como el diablo. Nomás faltaba que me quiera contar los dientes, si ya ni tengo.

Encarnación tiene muebles tan antiguos como ella. Conserva una silla que, dice, rescató de entre los escombros de lo que fue alguna vez su casa. La silla tiene el asiento roto, es de color naranja y las costuras, de un hilo muy grueso, plástico, son de un tono grisáceo. Tiene una lámpara de globos blancos de vidrio (cuatro), que enciende todas las noches, su luz amarillenta traspasa las pesadas cortinas que cubren las ventanas de la vivienda que ocupa.

Hoy avisaron a Encarnación que la escuela prescindirá de sus servicios. La mujer sabe que a su edad será muy difícil agenciarse otro empleo. Le dieron tiempo para tomar sus objetos personales de la conserjería. Intuye que el despido es consecuencia de algún comentario mal hecho: Yo y mi bocaza, reconoce, pero en el fondo no le importa. Aunque es consciente de su defecto, aprendió a justificarse en los defectos ajenos. Incluso, ser boquifloja le ha servido para ganarse las voluntades de personas que prestan oídos atentos a sus decires que, por lo general, tienen la oportunidad y novedad del periodismo del barrio.

El dinero escasea en la casa de Encarnación, aun así, se niega a recibir limosnas de sus hijos que rara vez la visitan en su domicilio, ellos prefieren invitarla a sus respectivas casas para abrazar con toda confianza y desahogo a su madre. Encarnación sabe que sus vástagos no aprueban su relación con Cástulo. Pero ella se niega a renunciar al joven. Pese a la diferencia de edades, él le es fiel y, de vez en cuando, arma escenas de celos que Encarnación pronto acalla con suaves murmullos nocturnos, en el interior de su vivienda.

Pero tú ya eres vieja como yo. ¿No te da pena andar con un jovencito?, pregunta Vito a Encarnación. Viejos los cerros y reverdecen, nomás hay que regarlos. Una es mujer hasta que se muere, es cosa de aplicarse diario unas buenas inyecciones de juventud, responde Encarnita con la picardía que la caracteriza. Abuela Vito finge ruborizarse, pero continúa interrogando a su inquilina-compañera vespertina mientras beben la taza de café.

Encarnación estuvo enferma. El mes pasado acudió a varias consultas en el Seguro. Cástulo la acompañó cuando le dieron permiso en el trabajo: él es repartidor de refresco en las tiendas. Encarnación le dice que se faje la cintura cuando cargue pesado, porque luego salen hernias que hay que operar.

Loco Valdés es el sobrenombre que Encarnación puso al inquilino que, ella intuye, es quien más la pone en mal con Vito. Se parece mucho al comediante, aunque el de la tele es agradable y este viejo no, dice Encarnación. El hombre vive con su hijo, un adolescente de piel blanca —Carmen le dice El Piojo—. El joven cursa el segundo año de secundaria. Padre e hijo ocupan un cuarto pequeño donde apretujaron una litera, un buró, una estufa de dos quemadores y una pequeña mesa rectangular de madera que les sirve como comedor. Loco Valdés saluda a Vito por las mañanas, cuando regresa de trabajar como taxista. Él no saluda a Encarnación, aunque ella también esté presente; también evita que sus miradas se crucen. El hombre es dueño de un Volkswagen viejo de cromática verde que parece desangrarse, pues todos los días deja una enorme mancha de aceite sobre el pavimento.

Alguna droga se mete el viejo, dijo Encarnación: Anoche estaba gritando y llorando, como si alguien le pegara en el lomo. De su cuarto salía un humo negro y una luz roja. Se me hace que le rinde culto al chanclotas. Luego salió al baño, no me lo vas a creer: traía una peluca rubia, y eso que es pelonchas, zapatillas y un vestido lentejuelado que habrase visto: la mismita Monroe. Ambos salimos al baño al mismo tiempo, yo creo que él esperaba que todos estuviéramos dormidos a esa hora: tal vez eran las tres de la mañana. A mí qué me importa que se vista como La Faraona. Pero, viejo chismoso, bien que viene a traerte infundios para dejarme en mal, dijo Encarnación a Vito, quien no aguantó la risa y se puso roja debido el esfuerzo por contener la carcajada ante tales imágenes.

Los días siguientes, Loco Valdés anduvo encorajinado. Silencioso entraba en la casa y se encaminaba a su vivienda. Su hijo salía rumbo a la escuela por las tardes y regresaba por la noche con la misma actitud molesta. Cástulo seguía visitando a Encarnación por las tardes. Él vivía con sus padres en la colonia vecina, como hijo de familia. En ocasiones pernoctaba con ella. Las luces anaranjadas de los bombillos en el cuarto de Encarnita permanecieron apagadas. La casa estaba en la más completa oscuridad. Ocasionalmente, los pasos de los otros inquilinos rompían en silencio cuando cruzaban las escaleras de metal para llegar hasta su vivienda.

Era lunes de madrugada, los autos de la avenida cercana comenzaban a multiplicarse, y con ellos, los zumbidos de los motores, asemejando un enjambre de avispas que nos arrullaban a quienes vivíamos en aquella casa convertida en vecindad. Entonces, una gritería nos despertó: Encarnación y el señor Valdés participaban en un intercambio de dimes y diretes en el pasillo que daba al baño común: A quién se le ocurre meterse a zurrar y tardarse las horas, como si los demás no tuviéramos que hacer nuestras necesidades, alcanzamos a escuchar el alegato de Encarnación. Abuela Vito Salió en bata hasta el sitio en donde se escuchaba el alboroto, y alcanzó a oír: Maldita vieja asaltacunas entrometida, dijo Valdés, aún con los labios pintados con un carmín intenso. Después se dieron otra serie de improperios de parte de Encarnita que no viene al caso citar.

Abuela Vito tomó una decisión: Ambos me desocupan, apenas se cumpla el mes pagado. Les devuelvo su depósito y se van. De nada valieron las explicaciones de los rijosos. Con días de diferencia, tanto Encarnación como Loco Valdés desocuparon su respectiva vivienda. Encarnación se despidió de Vito como quien se aleja de una amiga de toda la vida. El Señor Valdés sacó sus pocas pertenencias y se llevó los cables de la instalación eléctrica de su vivienda, como acto de venganza. A cambio, dejó un ejército de cucarachas que se esparcieron por toda la casa y que los inquilinos tardamos varios meses en aniquilar.

Abuela Vito miró el cuarto vacío de Valdés y no pudo evitar soltar una carcajada al imaginarlo disfrazado de Marilyn Monroe. Después de unos días, y tras una buena limpieza y fumigación, los cuartos de Encarnación y Loco Valdés volvieron a rentarse. “Los nuevos” traerían otro par de buenas historias, estábamos seguros.

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Cierre de minas a cielo abierto dejaría sin litio a gobierno

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En el “Foro Estatal: maíz transgénico, fracking, minería y agua”, organizado por la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural, Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria, de la Cámara de Diputados, realizado en la sede de la Universidad Autónoma de la Universidad de Nuevo León (UANL), representantes de la industria minería, entre ellos de la Cámara Minera de México (Camimex) pidieron a los integrantes del Congreso de la Unión tomen con seriedad la importancia de la minería en nuestro país.

La directora general de la Camimex, Karen Flores Arredondo, mencionó que la minería a cielo abierto aporta más de 60% del valor de la producción minera metalúrgica nacional.

Aseguró que prohibir esta actividad, como pretende el Ejecutivo, sería catastrófico para la industria, para la economía del país y para más de 3 millones de personas que dependen de la actividad.

El evento fue organizado con diferentes mesas de análisis en las que participaron representantes de los diversos partidos políticos y en las que se consideraron los puntos de vista y opiniones de expertos respecto al Proyecto de Decreto por el que se Reforman Diversas Disposiciones de la Constitución en Materia de Derecho a la Alimentación, Medio Ambiente Sano y Derecho al Agua, emitido por el Ejecutivo el 5 de febrero.

En ese sitio Flores Arredondo explicó que el tipo de minado de la minería a cielo abierto es un proceso en el cual se incluyen las canteras, la sal, el litio, y otros minerales que conforman el cemento y los materiales de construcción que también se verían afectados, “y México sufriría un déficit difícil de revertir”, alertó.

Es decir, sólo por poner un ejemplo, si el gobierno cierra las minas a cielo abierto se quedaría sin litio y su proyecto Litio para México que tiene como objetivo realizar la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del litio también tendría que cerrar sus puertas.

Prohibir la minería a cielo abierto afectaría a 70 industrias, a más de 200 mil empleos directos, a un millón de empleos indirectos, a cerca de 20 mil estudiantes de carreras en Ciencias de la Tierra; dejaría de generar más de 40 mil millones de pesos en impuestos que, obvio, obtiene el gobierno y se dejarían de percibir 14 mil millones de pesos en ingresos.

La directiva de Camimex planteó que, si se impulsa la minería mexicana y se aprovecha para beneficio de todos, “podemos crecer en extracción de 2.4 a 3%; generaría más de 500 mil empleos directos, crearía inversiones superiores a los 28 mil millones de dólares y, al mismo tiempo, derivaría en beneficio para todos los habitantes de las comunidades mineras.

En ese sentido, es conveniente recordar que, en un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, se comprobó que 91% de las comunidades mineras cuentan con el mayor índice de calidad de vida porque tienen excelentes servicios en salud, educación, infraestructura, entre otros.

Este sector productivo genera una derrama económica en más de 696 comunidades ubicadas en el país que asciende a más de 249 mil millones de pesos y en donde se generan empleos y negocios alternos a la minería.

La industria minera contribuye de manera importante al erario federal: en los últimos siete años pagó 300 mil millones de pesos en impuestos, que al año representaron más de 72 mil millones de pesos.

Este sector, a diferencia de otras industrias, no sólo paga el Impuesto Sobre la Renta (ISR), sino otros derechos adicionales: 7% sobre las utilidades; .5% para los mineros que producen oro y plata.

Dijo que, si la pretensión del gobierno federal es cerrar las zonas mineras, ya sea por declararlas áreas protegidas o prohibidas, pues “las van a dejar como tierra de nadie y quedarán en manos de gente que vive el margen de la ley”.

La diputada Luz Adriana Candelario indicó que los resultados de los foros serán enviados a la Cámara de Diputados (a la Junta de Coordinación Política) para su análisis y posterior discusión por los integrantes de todos los partidos políticos. Al tiempo.

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Zaldívar y el desgastado manto presidencial

***Miguel Ángel Romero Ramírez

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¿Qué tan bueno o malo es que el presidente AMLO te respalde? Es una de las preguntas que comienzan a hacerse distintos funcionarios públicos de alto rango en el gobierno.

La pregunta es relevante porque el manto presidencial ha sufrido un severo desgaste tanto por las pifias presidenciales como por la forma en que se ha venido usando y quiénes lo han recibido. Más aún, a unos días de las elecciones del 2 de junio ya no tiene el mismo peso y sus propiedades comienzan a desaparecer. Es, en ese contexto, en el que Arturo Zaldívar lo recibe.

Por su puesto que para el expresidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que buscó reelegirse en el cargo violando la Constitución y quien también priorizó en su agenda perfilarse como un influencer, es estratégico generar la percepción de que lo han adoptado en el corazón de la nueva clase política gobernante.

Es decir, su pretensión es que dicho manto protector sea transexenal como pago a sus buenos oficios como un personaje que prefirió la abyección al poner al Poder Judicial a disposición del Ejecutivo mientras estuvo al frente del Máximo Tribunal. El secreto a voces dejó de serlo una vez que el propio presidente López Obrador ha detallado poco a poco en sus conferencias de prensa cómo Zaldívar servía al poder cuando se le requería. Sumisión disfrazada de coordinación.

Sin darse cuenta, Zaldívar está siendo ubicado en esa área gris que la política mexicana conoce bien. Ese lugar en donde quedan empantanados personajes que al conocer detalles sobre las complicidades no es posible deshacerse de ellos pero que tampoco resultan suficientemente útiles hacia adelante. Su reciclaje suele ser complejo, toda vez que su ciclo se cumplió.

Hacia allá están por transitar, casi de manera natural, los personajes que fueron “respaldados” por un Andrés Manuel López Obrador que está por consolidarse como una de las grandes decepciones latinoamericanas.

Ese poderoso halo lleno de pureza con el que absolvía a unos y otros el líder de –presunta– izquierda a inicios de su sexenio se ha vuelto pernicioso y casi se configura como una confesión de culpabilidad. No es tan complicado advertirlo, entre los “beneficiarios” con los que comparte lugar el ahora ministro en retiro están un Ignacio Ovalle, quien fuera titular de Segalmex y en donde se cometió un fraude de más de 15 mil millones de pesos.

En esa misma categoría se ubica un Hugo López-Gatell a quien la evidencia científica lo coloca como el artífice de la criminal estrategia sanitaria que provocó un exceso de mortalidad durante la pandemia de Covid-19. Mínimamente 24 mil mexicanos no debieron de haber muerto. En ese prestigiado club selecto también está Manuel Bartlett quien fue arropado por AMLO cuando se cuestionó su inexplicable riqueza y quien es mejor conocido por la caída del sistema electoral en 1988, dando el triunfo a Carlos Salinas de Gortari.

Los protegidos por el manto presidencial son muchos. Ahí están Rocío Nahle, zacatecana que busca gobernar Veracruz, ex titular de la Secretaría Energía, y a quien se le ha dificultado aclarar la compra de mansiones por 60 millones de pesos, casi todo en efectivo. Por supuesto, coordinó en su momento, la construcción de la Refinería Dos Bocas, proyecto que inicialmente costaría 8 mil millones de dólares y que terminará en 18 mil 900 millones de dólares.

En ese mismo rubro, se encuentra también el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, quien ha gozado, una y otra vez, de dicho manto protector y quien paradójicamente, en un sexenio en donde presuntamente uno de los principales objetivos era combatir la corrupción, no ha podido conformar de manera sólida una sola carpeta que permita enjuiciar a esos terribles personajes del pasado que tanto ha acusado AMLO.

A días de que la ciudadanía acuda a las urnas, el manto presidencial ya no es ni significa lo mismo, el desgaste del propio AMLO y las figuras que lo comparten producen, incluso, un efecto inverso. Muchos funcionarios de alto nivel prefieren brincar en silencio hacia la nueva administración antes de sufrir el daño reputacional que pueda causar el “arropamiento” del titular del Ejecutivo. Zaldívar lo recibió muy tarde.

Su renuncia a la Corte para ceder un lugar al oficialismo en el Máximo Tribunal para luego convertirse en porrista de Claudia Sheinbaum, está siendo pagado con algo que tiene una franca depreciación y que incluso está a punto de desaparecer el próximo 2 de junio. El ministro en retiro fue timado víctima de su soberbia.

***Miguel Ángel Romero Ramírez

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

X: @MRomero_z

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El renovado abandono a Xóchitl

***Miguel Ángel Romero Ramírez

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Las expectativas nunca fueron altas, pero siempre hay espacio para la novedad. Sin embargo, no fue el caso del primero de los tres debates rumbo a la sucesión presidencial de México.

La conclusión es demoledora para aquellos sectores que están en contra del partido en el poder: su candidata, es decir, Xóchitl Gálvez, es pésima y no ha logrado encarnar el coraje necesario para combatir a una administración que en los hechos ha sido un fracaso.

El sentimiento de desesperanza se acentuó entre las personas que apoyaban al Frente opositor luego de haber visto su desempeño por televisión y en redes sociales.

¿Cómo escapar de la militarización que implantó un gobierno que se dice de “izquierda”? ¿Hacia dónde acudir cuando los datos demuestran que se pudo evitar la muerte de 224 mil mexicanos si no fuera por la negligencia de Andrés Manuel López Obrador y el manejo criminal de Hugo López-Gatell durante la pandemia de Covid-19? ¿Qué opción tienen los votantes que ven con repulsión la corrupción en Segalmex (representa más del doble de la Estafa Maestra) o el desastre ecológico del Tren Maya con los hijos del presidente señalados como cabilderos y “hombres de negocios”?

¿Qué pueden hacer las personas que han sufrido con AMLO el dramático desmantelamiento del sector salud si Claudia Sheinbaum promete continuidad? Los datos de la investigación de Nayeli Roldán en su trabajo especial para Animal Político “No fuimos Dinamarca” son brutales pues demuestran que el “gobierno más humanista” no sólo abandonó a los más vulnerables sino que tampoco ahorró y lo que sí hizo fue crear nuevas redes de corrupción.

¿Qué opción tendrán en la boleta electoral aquellas personas que no están de acuerdo con que en 2022 hubo 44 millones de consultas menos que en 2018; medio millón de personas no tuvieron la cirugía que necesitaban y no se realizaron 20 millones de estudios de laboratorio con más de 45 millones de recetas sin surtir? ¿Alguien se siente orgulloso de esto? Más de 500 mil niños sin vacunar en 2019 por desabasto.

Es previsible que el natural desencanto democrático se traduzca en abstención el próximo 2 de junio. Ha sido palpable que la expectativa sobre el proceso electoral es casi nula. La mayoría de encuestas post debate son ridículas y parten de muestras ínfimas (470 a mil personas) que de ninguna manera son representativas sobre los 100 millones de ciudadanos llamados a participar. El debate fue visto por apenas por 13.7 millones de personas.

Mientras los propagandistas juegan a instaurar en medios de comunicación la “inevitabilidad” del triunfo de la candidata oficialista Claudia Sheinbaum e intentan borrar el récord de homicidios en este sexenio (más de 183 mil) en la oposición no atinan a diseñar un encuadre narrativo que, al tiempo que sea atractivo y busque atraer a los decepcionados y a militantes de Morena, también sea relevante y trascendente en medio de una contienda electoral muy particular en donde el principal protagonista sigue siendo el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien de forma sistemática y flagrante se mantiene violando la ley electoral por encima de cualquier institución.

Bajo este panorama, el renovado abandono a Xóchitl por parte de líderes de opinión, intelectuales y personajes de los medios de comunicación derivado de su decepcionante participación en el primer debate es un mal presagio, pero es totalmente merecido. La candidata no reúne el coraje de quienes han sido afectados por la administración. Puede tener la información y los datos del fracaso gubernamental, pero tanto ella como su equipo no han logrado articularlo.

Existen quienes buscan ser benévolos con la candidata respaldada por el PRI, PAN y PRD, pero esos mismos pierden de vista que en esa incapacidad de autocrítica está la complacencia de la derrota. Esta nueva condición por la que atraviesa es, a su vez, una excelente oportunidad para que ella pueda demostrar si es capaz de superar la adversidad y configurarse como una líder que merece encabezar un Estado como el mexicano.

Todavía no termina la campaña, pero este primer debate puede significar o el parteaguas, por las acciones que tome hacia adelante, o como la confirmación de su fracaso anticipado que se muchos le asignaron por las formas y el proceso mediante el cual se convirtió en candidata.

***Miguel Ángel Romero Ramírez

Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

X: @MRomero_z

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