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Opinión

Mole para las tías

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Abuela se esmera en reunir los ingredientes para el mole: vendrán de visita sus hermanas y habrá comilona en su honor. Nicha es madre de Abuela y de sus cinco hermanas. De apelativo Luna, Dionicia quedó viuda muy joven. Abuela dice que los hombres la rondaban porque aún estaba de buen ver, pese a las seis hijas que había parido.

En casa de Abuela, durante varios meses, un guajolote ha sido atendido a cuerpo de rey: cema, maíz quebrado, agua limpia, casita techada… Es un ave gritona y furiosa que corretea a Trosmo por el patio, quiere incrustarle su pico en las corvas. Consciente de la furia del esponjoso-furioso-camaleónico guajolote, Trosmo insiste en provocar al animal: desde la puerta de una pieza, le sacude la chancla de plástico, el pájaro cambia de color las perlas encimadas que le adornan el penacho de su cabeza grumosa, como un ser derretido o leproso. Del nacimiento del pico cuelga un pellejo largo que afloja y encoge según su estado de ánimo, la abuela lo llama moco. El pájaro tiene nombre, Trosmo lo ha llamado Guajostín.

Después de varios días, Abuela ha logrado reunir los ingredientes para el mole. No hay plazo que no se cumpla y a toda capillita le llega su fiestecita: Guajostín es el invitado principal al mole para las tías, por no decir: el plato principal. Abuela pide a Trosmo que se oculte, que no mire cómo sacrifica el ave. El chiquillo se espanta con la sangre, pero puede más su curiosidad y trepa en una silla para ver, desde la ventana, cómo Abuela sujeta a Guajostín sobre un ladrillo y le extiende el cuello tirando de su cabeza y apoyando una rodilla sobre el resto del cuerpo del animal. Chata, tía de Trosmo, grita cuando el guajolote se incorpora y, como un espectro que busca su cabeza perdida, avanza un par de metros hasta chocar con la tapa de la pileta. Nadie entiende por qué Abuela suelta una carcajada y se apresura a tomar el cuerpo del animal y lo introduce en un balde de agua caliente para arrancarle las plumas que durante el proceso desprenden un olor a perro mojado.

Abuela radica en Lago Seco. Ella y Marce, la hermana mayor, son consideradas por Cleta, Mago, Clara y Pancha como las hermanas de la capital. Hay visitas recíprocas entre las hermanas Luna: una vez al año, Abuela hace un viaje de varios días para hacer memorias junto a sus hermanas. Cleta y Mago viven en Irapuato y tienen dos negocios callejeros de comida a un costado del monumento a los Niños Héroes. Una vende tamales de cabeza de puerco en salsa de chile guajillo. Margarita vende gorditas de masa de maíz amarillo, quebrantado. Clara vive en Tijuana, y Pancha radica en León, Guanajuato.

Las visitas a las casas de sus hermanas llenan el espíritu de Abuela de un sabor familiar: el sabor de las tunas verdes y rojas que gustosa comparte la tía Cleta con su familia que la visita. Todos toman asiento en bancos de madera, chaparritos, alrededor de la caja de frutos y todos comen hasta bloquear los intestinos.

Por su parte, en casa de Margarita se recrea la cocina de la abuela Nicha: en cazuela de barro, la carne de cerdo y chiles güeros, largos, martajados con jitomate pellejudo invitan a sopear el plato con tortillas hechas a mano, amarillas y grandes, de las que no puedes comer sólo una.

Años atrás, Abuela llenaba dos cajas de cartón grandes con bolsas de arroz, frijol, sopa de pasta, leche en polvo, ropa nueva, cafiaspirinas y dos pares de tenis para Nicha, su madre, quien vivía en León con Pancha, hermana de Abuela.

Conforme Nicha fue envejeciendo, padeció sus dolencias con mayor intensidad. Por eso se hizo adicta a las cafiaspirinas que le permitían soportar los dolores del cuerpo y mantenerse en pie: las tomaba hasta tres veces al día con sorbos grandes de coca cola fría. Sus pies deformados por la hinchazón toleraban, únicamente, los tenis de lona.

Abuela y Trosmo se encaminaban a la Central Camionera del Norte. Ella pedía al chamaco que estuviera atento a la caja de despensa para Nicha, la cual ponían en la panza del camión Flecha Roja. Por eso Trosmo, invariablemente, viajaba en el asiento del lado de la ventana. A ella le gustaba viajar de noche, prefería salir a las cero horas para estar en León, Guanajuato, a las cinco de la mañana y desayunar un atole de chaqueta —siempre reían cuando mencionaban esta bebida— con su hermana Pancha y con su madre, Nicha.

Por la noche, las luces del cielo parecían latir. Los árboles del camino simulaban ser el mismo árbol que se multiplicaba en un ciclo interminable, donde unos quedaban atrás y otros árboles simulaban aparecer de la nada y daban continuidad a la misma historia del viaje de Trosmo con Abuela que cada año se repitió hasta que Nicha murió a los ochenta y seis años, producto de una hemorragia masiva.

Todas las hermanas de Abuela tienen sus propias historias. Son madres de varios hijos, varones y mujeres, que han hecho de la familia extendida una especie de multiplicación de seres humanos en los que predomina el apellido Rodríguez, o bien, Prieto del abuelo, esposo de la abuela Nicha, asesinado una tarde de noviembre en el Mineral de Cubo en Guanajuato. Esa es una de las historias que las hermanas tienen en común.

Durante los numerosos viajes a casa de sus hermanas, Abuela gustaba de contarle a Trosmo, con gesto duro y palabras secas un poco de la historia de su vida:

A mi padre lo mataron por un chisme. Por eso uno debe amarrarse la boca y morderse uno y la mitad del otro para atreverse levantar un falso. Quién lo dijera, pero a mi padre lo asesinaron a sangre fría. Lo mató un trueno, un estallido que salió de la boca negra de un arma. Todas corrimos hacia la puerta, nomás alcanzamos a ver cómo el hombre que le disparó dio media vuelta y nos dejó con nuestro herido en el suelo, batallando para ponerse en pie. Las piernas no le respondieron, tampoco el habla.

Con grandes esfuerzos tomamos a mi padre y lo arrastramos hasta el petate donde dormía, porque todos dormíamos sobre el piso de tierra. La bala hizo un hueco en su cabeza por donde brotaba un líquido descolorido mezclado con sangre y trocitos masa grisácea o, tal vez, blanquecina. Pero no acababa de morirse pronto. Cuatro días con sus noches estuvo quejándose levemente y abriendo la boca como un pez fuera del agua. Encogía y estiraba la pierna derecha hasta que rasgó el petate e hizo un surco grande en la tierra. Parecía querer decirnos algo, pero sólo su pierna intranquila parecía tener vida y estar desconectada del resto de su cuerpo.

Nosotras éramos chiquillas. Vivíamos en el cerro rodeadas de árboles que crecían sobre la rivera. Casi siempre comíamos quelites sin sal. Nos gustaba columpiarnos en los árboles y comer frutos rojos que soltaban mielecita blanca de una planta que crecía silvestre, como nosotras, que daba flores rojas, nomás que nos daba mucho sueño; por eso, al comer los frutos, trepábamos en un árbol: Margarita, Cleta y yo, y desde ahí mirábamos el cielo, adormiladas. Los pajaritos guitarreros nos arrullaban cuando alimentaban a sus polluelos. No sé decir qué imaginaba cada una de nosotras.

Porfirio, nuestro padre, siempre fue muy tosco con todas, además, le gustaba empinar el codo. Él se lamentaba por haber engendrado puras mujeres, pero ese no era impedimento para que nos fletara en el tajo del cerro donde había encontrado una veta. Porque, eso sí, conocía la tierra. Venía de una familia que por generaciones había trabajado en las minas de Guanajuato, donde se rebana el oro, hijos de la tiznada —le gustaba decir a Porfirio. Regularmente era callado —. Ahora estaba ahí, sobre el piso, sin que Dios se decidiera a dejarlo morir o aliviarlo de una vez. De nada le servía llamarse Porfirio Rodríguez o Porfirio Prieto, nadie sabía por qué cambió su apellido, pero, a fin de cuenta, era el mismo hombre, con el nombre que gustes y mandes, el que estaba indefenso sin alcanzar a morirse ni a vivir por completo. Porfirio a medias, como siempre, igual que nosotras en el Mineral de Cubo. Tal vez Dios lo estaba dejando morir de a poco, por aquello que dicen que, en los últimos momentos de la existencia, nuestros recuerdos pasan frente a nosotros. Hasta podríamos pensar que las cosas de su conciencia le daban energía suficiente para arrepentirse de los males que hizo, metido en esa cárcel solitaria de su cuerpo agonizante.

Es cierto que uno no debe juzgar a los padres, pero, mi padre, que en gloria del Creador esté, no fue muy cariñoso con nosotras: nos llevaba a trabajar a la veta y debíamos bajar por el tajo, varios metros. Regularmente, Margarita o Cleta bajaban conmigo. Puede que por el deseo de mi padre del hijo varón que nunca tuvo, a todas nos haya puesto sobrenombres de animales machos: Mago era El Tejón, Cleta era El Tlacuache, yo era El Ratón. Y como machos nos trataba.

Le gustaba que le hiciéramos caso al primer grito, aunque era difícil entenderle porque tenía una curiosa forma de pronunciar, como que masticaba el aire. Era muy mal hablado. A punta de golpes nos enseñó a tantear con la mitad hueca de un cuerno de buey. Él nomás rascaba una muestra de la pared del tajo con una martelina, le ponía un poco de agua y luego de escurrirla miraba el sedimento, su experiencia le indicaba si estaba en el lugar correcto para devastar la pared y sacar un poco de mineral. Se ponía gustoso si la muestra era buena, de lo contrario, nos arrojaba el cuchillo hacia las corvas; yo tengo un par de heridas en los talones donde se me incrustó el filo y nomás se quedaba bailando la hoja, clavada entre carne y hueso.

Por eso digo: no lo juzgo, pero cariñoso no era. Creo que, a pesar de ser pobres y vivir en el cerro comiendo quelites sin sal y frutillas que nos daban sueño, si mi padre no se hubiese bebido el dinero que ganábamos rascando el tajo en el cerro, hubiésemos tenido, por lo menos, una muda de ropa; porque cuando nos bañábamos, también aprovechábamos para lavar el único vestido que teníamos, por eso lo poníamos a secar embrocado en un truenito; el sol hacía su trabajo rápidamente y cuando acabábamos de bañarnos ya estaba seca y planchada nuestra única muda.

A Mago y a mí nos tocó acompañarlo a Guanajuato a vender el mineral que sacábamos: muchas piedrecitas pequeñas que guardaba en una bolsita de gamuza hecha con cuero de cabra y un cordón que servía para cerrar la boca de la bolsa y amarrársela al cinto. Durante el recorrido de ida hacia Guanajuato, íbamos gustosas por acompañar a mi padre, pero al regreso era muy desconsolador verlo zigzaguear, totalmente ebrio, tirando de la rienda al Chanito, nuestro burro, animal bien entendido que aguantaba hasta tres cargas de leña.

Abuela hace una pausa, ya se divisa el sol detrás de los cerros verdes. A ella le gusta viajar a su tierra en el mes de mayo. Dice que es la mejor época del año. Tal vez recuerda su infancia y la infame carencia compartida con sus hermanas. La viudez de su madre y la sangre de su padre muerto que la mantiene atada por un lazo invisible a un lugar que ella recuerda con ojos de nostalgia.

Trosmo la mira despedirse, alejarse hasta perderse en el verde de los cerros, en este sueño revuelto que lo mantiene atento, esperando una señal más clara. Ya está amaneciendo. Piensa que el día nunca termina de morirse, aunque el cerebro se escurra y el pellejo se arrugue, y los gusanos hagan una fiesta con nuestros desperdicios. Abuela murió un mes de mayo, a los ochenta y cinco años —vivió un año menos que su madre, Nicha—. En casa de Trosmo, flota en el ambiente de la noche una fiesta aromática. Una cazuela de mole espera la visita de seis mujeres, ellas tienen un lugar especial en la ofrenda que recuerda a los muertos, pero festeja la vida.

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Alcalde por la redirección de Morena

Miguel Ángel Romero Ramírez

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En México, Morena no vivirá una crisis similar a la que viven hoy los demócratas en Estados Unidos en la que un presidente muy deteriorado en su salud, Joe Biden, además de renunciar a su relección, no encuentra opciones sólidas para reemplazarle y dar continuidad a su partido en el poder. De este lado, el presidente Andrés Manuel López Obrador garantiza que el movimiento que fundó se preserve con la próxima unción de Luisa María Alcalde como dirigente de Morena.

La comparación entre la situación en Estados Unidos y el panorama mexicano destaca una diferencia crucial en la dinámica de ambos países. Mientras que el Partido Demócrata lucha por encontrar una figura capaz de ofrecer no sólo continuidad, sino también una visión renovada para enfrentar a un implacable y popular Donald Trump, Morena tiene una ventaja estratégica con el liderazgo emergente de Alcalde. Su figura representa una amalgama entre juventud, experiencia y compromiso que puede revitalizar el movimiento sin perder de vista sus principios fundacionales.

En Estados Unidos, la falta de un relevo generacional claro y relevante ha puesto al Partido Demócrata en una posición de vulnerabilidad. La ausencia de jóvenes preparados para asumir el mando, junto con la creciente desconfianza hacia las figuras establecidas, ha generado un vacío que amenaza con desestabilizar por completo al partido. Esta crisis de liderazgo no sólo pone en riesgo la continuidad del legado de Biden y de los demócratas, sino que también refleja una anomalía de representación y obsolescencia partidaria.

En contraste, Luisa María Alcalde, en México, se consolida como una figura que, además de inyectar frescura y dinamismo al partido Morena –el cual padece un proceso anticipado de deterioro a partir del sectarismo y tribalismo– también se constituye como una fiel vigilante de que el proyecto delineado por el saliente presidente AMLO no tenga distracciones.

Con 37 años (en agosto), su ascenso en septiembre será una declaración de principios: un regreso a los valores originales del movimiento, impulsado por una visión progresista que buscará responder a las necesidades actuales de México y de América Latina.

En su paso por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y la Secretaría de Gobernación, Alcalde Luján ha venido reuniendo experiencia y nuevas capacidades que la facultan para enfrentar desafíos complejos en un momento muy particular para México y su lugar en la región. No será fácil y de su actuar dependerá, en parte, la permanencia del partido en el poder hacia adelante.

Los retos son vastos y de dimensiones diversas. Desde cómo construirá una narrativa que acompañe a la administración de la próxima presidenta, Claudia Sheinbaum; hasta la reconfiguración del tablero político en todos y cada uno de los rincones del país, siendo el elefante en la sala, el crimen organizado que ha logrado incrustarse y mimetizarse como militancia en algunas regiones de México.

Aunado a ello, la renovación del partido exige la evolución de un instituto político que, sin abandonar sus principios, deje atrás la polarización como un elemento primordial para la generación de adeptos.

Es también, una oportunidad para que la principal fuerza política en el país – que recibe dinero en función de los votos que obtuvo– se acerque a una madurez ideológica y supere el reduccionismo político de todo clasificarlo, según convenga, entre izquierda y derecha. En una sociedad progresista que busca la justicia social, dicha práctica es obsoleta y anticuada.

No cabe duda, el fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, quien pasará a la historia como un poderoso gobernante populista de línea dura con señalamientos en su administración, también lo hará como un animal político excepcional que le abrió la puerta a México a tener la primer mujer presidenta y que construye el blindaje de su legado con una joven y poderosa Alcalde Luján, quien se erige como el verdadero relevo generacional.

Apuntes:

Resulta curioso e incluso cómico ver y escuchar a expriistas reconvertidos a morenistas asegurar que Luisa María Alcalde aporta certeza al partido de Morena. ¿Nerviosismo u oportunismo?

Miguel Ángel Romero Ramírez
Miguel Ángel Romero Ramírez: Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.
X: @MRomero_z

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Limitar sobrerrepresentación hace al Congreso local plural y equilibrado

Por Alejandro Gamboa C.

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La sobrerrepresentación política es un fenómeno electoral que distorsiona la voluntad popular, asignando más escaños a ciertos partidos de los que proporcionalmente les corresponderían según los votos obtenidos. En México, este problema se ha acentuado debido a brechas en el sistema de asignación de escaños y la tendencia de los actores políticos a maximizar su poder.

La democracia es un régimen que se nutre del pluralismo y reconoce la diversidad política. Murayama (2019) señala que transformar los votos en curules o escaños es una tarea que no ha sido sencilla en México, debido a su compleja evolución hacia un sistema más democrático.

Este principio es esencial para entender la importancia de reglas adecuadas que eviten la sobrerrepresentación y aseguren una representación justa y proporcional en el Congreso.

Rol del INE y el TEPJF. El Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) juegan un papel crucial en la regulación y resolución de problemas electorales. La autonomía constitucional del INE y la existencia del TEPJF permiten abordar y resolver cuestiones relacionadas con la sobrerrepresentación y otros vicios del sistema electoral.

El acuerdo INE/CG193/2021 introdujo el principio de militancia efectiva, que verifica la afiliación efectiva de los candidatos al momento del registro de la candidatura, garantizando así una asignación justa de curules.

El principio de militancia efectiva se justifica para lograr un mejor equilibrio entre la emisión del voto ciudadano y la asignación efectiva de curules en la Cámara de Diputados. Este principio asegura que los escaños se asignen de manera proporcional a los partidos, previniendo violaciones a los límites constitucionales de sobrerrepresentación, como las ocurridas en el proceso electoral de 2018.

La reforma constitucional del 10 de febrero de 2014 introdujo límites a la sobrerrepresentación y subrepresentación en los congresos locales, estableciendo que ningún partido puede tener una representación mayor o menor al 8% de la votación obtenida. En su momento se argumentó que la reforma es una norma completa y de eficacia plena, sin necesidad de ajustes normativos adicionales.

Limitar la sobrerrepresentación tiene el potencial de convertir al Congreso local en un órgano más plural y equilibrado, mejorando el control sobre las políticas públicas del Ejecutivo local. Este equilibrio fomenta el diálogo y evita que un solo partido domine la legislatura, a menos que gane por mayoría relativa en todos los distritos electorales.

La sobrerrepresentación política en México es un problema complejo que distorsiona la voluntad popular y afecta la representación proporcional en el Congreso. La introducción del principio de militancia efectiva y los límites establecidos por la reforma constitucional de 2014 fueron pasos importantes hacia la corrección de este problema.

¿Cómo conciliar la voluntad general que votó en 2024 de forma abrumadora y la sobrerrepresentación, sin atentar contra esa voluntad manifestada en las urnas?

La implementación de estas medidas y la intervención de las autoridades electorales son esenciales para asegurar una representación justa y equilibrada, que refleje verdaderamente la diversidad y pluralismo de la sociedad mexicana.

A pesar del problema, no hay otra opción que la continua vigilancia y adaptación y mejora continua de las normas electorales, con el objetivo de mantener la integridad y legitimidad del sistema democrático mexicano.

Por Alejandro Gamboa C.
Alejandro Gamboa C.
Licenciado en periodismo con estudios en Ciencia Política y Administración Pública (UNAM) Enfocado a las comunicaciones corporativas.
Colaboró como co editor Diario Reforma. En temas de ciencia y comunicación en Milenio y otros medios digitales. Cuenta con 15 años dedicado a las Relaciones Públicas. Ha colaborado en la fundación de la Agencia Umbrella RP. Ha realizado trabajos como corrector de estilo, creador de contenidos y algunas colaboraciones como profesor en escuelas locales.

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Dos Bocas, barril sin fondo en uso de recursos públicos

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Después de dos años de haber sido inaugurada, la refinería Dos Bocas (oficialmente, Refinería Olmeca) empezó a producir gasolina y diésel. Sin más información que el presunto procesamiento de 73 mil barriles diarios de diésel y 40 mil barriles de gasolina, es un alivio que la refinería sí refine porque ha tenido tantos problemas para entrar en operación que hasta su capacidad de producir combustibles se había puesto en duda.

La planta ubicada en Tabasco fue diseñada para producir 170,000 barriles diarios de gasolina y 120,000 barriles de diésel; fue inaugurada en julio de 2022 sin producir un solo barril de combustibles, pero sí ha sido un barril sin fondo en el uso de recursos públicos.

Hasta el momento, la producción no alcanza ni siquiera la mitad de la capacidad prevista, pero debemos confiar en que los problemas técnicos y operativos que ha presentado la magna obra sean solventados en algún momento.

Esa obra insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador costaría -en un inicio- 8 mil millones de dólares y terminará con una inversión de 16 mil millones de dólares, es decir lo doble de lo previsto Desde su planeación, la séptima refinería de México ha generado controversias porque hay quienes piensan que se trata de un gasto innecesario porque lo inn son los autos eléctricos, pero al menos hasta el 2050 persistirá la demanda de petrolíferos.

El proyecto buscaba reducir la dependencia energética y alcanzar la autosuficiencia en la producción de combustibles del país; sin embargo, el deterioro del resto de las refinerías y el aplazamiento de esta nueva han ocasionado que las compras de gasolinas y diésel representen casi el 60% y más del 50%, respectivamente.

En mayo de 2019, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que sería Petróleos Mexicanos la responsable de la construcción de la refinería, bajo la administración de la Secretaría de Energía al mando de Rocío Nahle. Su construcción llevaría tres años.

Con dos años de retraso, es de esperarse que la Refinería Olmeca ahora sí opere a toda su capacidad para demostrar que es un proyecto rentable, porque se han invertido recursos públicos derivados de impuestos.

Los petrolíferos que produzca contribuirían a reducir las compras en el extranjero para abastecer el mercado nacional y, al reducir las compras en el extranjero se generan ahorros significativos para el presupuesto público, mejorando y fortaleciendo la economía nacional.

Además, la operación de la refinería impulsa el desarrollo económico de la región sureste del país, generando empleos directos e indirectos y atrayendo inversiones en infraestructura y servicios.

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