Por Alberto Rodríguez
Epazoyucan, Hidalgo, 11 de mayo, 2021.- Cuando encuentra una veta de obsidiana la besa y la abraza. No le importa si sus compañeros de trabajo lo consideran un loco. Ascencio Pelcastre, es un orgulloso minero que vive en Epazoyucan, Hidalgo, el único lugar en el mundo con un yacimiento de obsidiana verde dorada.
La obsidiana llamada cristal o vidrio volcánico es una roca volcánica perteneciente al grupo de los silicatos. Su color es oscuro, aunque puede variar del verde oscuro al claro según la composición de las impurezas y tiene la cualidad de cambiar su color según la manera de cortarse. Sin embargo, la obsidiana verde dorada solo existe en el centro sur de Hidalgo.
Mientras recorremos una de las 11 minas del ejido El Nopalillo, en Epazoyucan, Ascencio Pelcastre, de 46 años, comenta que se dedica a la extracción y elaboración de artesanías de obsidiana desde 1987. Su papá y su abuelo también recolectaban obsidiana porque en esos tiempos se encontraba en la superficie de la tierra.
Ascencio dice que por un tiempo dejó el oficio de minero y artesano porque migró a Estados Unidos. Elaboraba artesanías básicas como esferas, huevos y búhos de obsidiana y enfrentaba una situación económica complicada. Después de unos años en el país del norte, regresó con ahorros que le permitieron comprar maquinaria e instaló un taller donde emplea a tres personas.
Sus hijos y su esposa también lo apoyan en la extracción de la brillante roca y participan en un taller donde esculpen y venden esculturas, joyas y ornamentos. Ahora, elabora verdaderas obras de arte que van desde porta vasos y piedras para masajes hasta máscaras y animales de grandes dimensiones que vende a los pocos turistas que llegan al ejido ubicado en el parque ecoturístico El Jarillal y Cerro de las navajas, aunque también las exporta a Estados Unidos y Colombia.
Ascencio asegura que se siente orgulloso de vivir en esta región, el único lugar en el mundo donde existe este yacimiento de obsidiana verde dorada y dice: “Cada quien tiene sus piedras, pero como las mías ninguna. Yo las presumo porque son una belleza”.
Dentro de la estrecha mina de donde extrae los cristales, asegura que cuando encuentra las vetas de obsidiana verde dorada las abraza y las besa. “Los muchachos (sus colaboradores) dicen: -estará loco-, pero es por la pasión que tengo por la minería”, explica.
El minero-artesano tiene una conexión espiritual con las rocas y siente la necesidad de buscarlas en la mina para después darles diferentes formas. Venimos a la mina para desestresarnos. Regresamos con pasión al taller, porque si vamos al taller con adrenalina o con “power”, como decimos nosotros, y agarramos bruscamente las piedras y las herramientas, las piezas se rompen, no salen. En cambio, si estás relajado la piedra te da la oportunidad de trabajarla y cuando te das cuenta ya terminaste.
“En la minería hay pasión, una pasión inmensa”, dice con una sonrisa que se refleja en sus ojos porque el cubre bocas no permite mirar su rostro completo.
Sin embargo, admite que no todo va bien. Hasta hace unos meses 70 personas se dedicaban a la extracción y manufactura de la obsidiana en ese ejido, pero la pandemia detuvo las visitas turísticas y ahora solo participan 33 minero-artesanos, el resto se fue a trabajar a Estados Unidos.
Por eso dice que ahora que se está normalizando la situación, después de la pandemia por la COVID-19, es momento de que la gente visite el ejido El Nopalillo en Epazoyucan, Hidalgo, donde pueden realizar senderismo, acampar, conocer el tiradero prehispánico donde se hallan restos de obsidiana que los antepasados usaban especialmente para elaborar navajas, cuchillos, puntas de lanza, raspadores de maguey y otros utensilios.