Por Brenda Díaz**
En México, las mujeres que enfrentan alguna condena en cárceles de México son gravemente vulneradas en aspectos básicos como es el cuidado que se les otorga a sus hijos, en contar con atención de médicos o incluso recibir artículos de higiene.
Por lo cual es importante cuestionarnos, ¿qué tan vulnerados son los niños dentro de las cárceles de México? ¿Realmente son respetados sus derechos fundamentales? ¿Qué tan importante psicológicamente es que los niños estén con sus madres hasta los 3 años de edad, tal como nos lo mandata la Ley General de Ejecución Penal? O ¿Qué tanto afecta a los niños estar hasta los 3 años con sus madres y de pronto ser separados tempestivamente de ellas?
Es sabido que la Ley General de Ejecución Penal, establece que la maternidad y lactancia es el primer derecho de las mujeres privadas de la libertad.
Sin embargo, hay que ponderar si está por encima, este derecho fundamental, que el derecho fundamental de los niños al libre desarrollo, a la libertad porque, aunque sea fuerte mencionarlo, la libertad de los niños está siendo vulnerada gravemente, así como el acceso a mejor educación, mejor salud, etc.
Así mismo, es sabido que las mujeres dentro de reclusión, con la finalidad de poder sobrellevar el hecho de estar privadas de la libertad, deciden tener a su hijo dentro del penal, aún cuando esto puede generar problemas en un futuro en el desarrollo del menor, toda vez que los mismos, son obligados a convivir con reclusas que han cometido diversos delitos y aunque en ese momento se encuentren buscando la reinserción social, es un hecho que son delincuentes y que la prisión nunca será un buen lugar para niños menores de 3 años.
Se han hecho estudios respecto de las consecuencias psicosociales que enfrentan los niños que viven con sus madres y que cumplen pena privativa de la libertad, encontrando así que dichos niños, tienen ansiedad, depresión y estrés, debido a que tienen un desorden afectivo.
Los niños privados de la libertad por consecuencia de la pena de sus madres, normalizan la violencia física y psicológica entre los adultos que se encuentran ahí.
Por ende y aunque se desarrollen bien en otros ámbitos tales como el hogar, es y ha sido comprobado por psicólogos que, dependiendo de la personalidad de cada individuo, pueden o no, tener problema al socializar con otros niños o tener periodos de agresividad.
Por otra parte, es importante preguntarnos que es lo que pasa con los niños que al cumplir los 3 años, deben de ser enviados al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), toda vez que no hay familiares que se hagan cargo del menor, por lo cual es, viéndolo de una manera fría, una forma egoísta de las mujeres privadas de su libertad de tener menores dentro del centro, únicamente para poder sobrellevar el estar encerradas.
Es claro que los niños al vivir parte de su infancia dentro del penal, al momento de salir, no saben que hacer, puesto que todo su mundo era dentro del reclusorio y es difícil para ellos al ser tan pequeños y separados de su madre y su “mundo” entender este proceso.
Además, sabemos que las mujeres o cualquier recluso, cuestan mucho a la institución, ahora imaginemos el costo tan excesivo con un niño que necesita de más cuidados y más productos con la finalidad de garantizar varios de sus derechos fundamentales, cuesta el doble.
**Brenda Díaz, estudia la Maestría en Ciencias Penales y Criminalística en la Facultad de Derecho de la Barra Nacional de Abogados.