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Opinión

Adiós a USAID, o el suicidio del soft power yankee

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*** Miguel Ángel Romero Ramírez

Desde su fundación en 1961, USAID ha sido una herramienta clave del poder blando (soft power) estadounidense. Más allá de la ayuda humanitaria, su financiamiento en salud, desarrollo y estabilización política ha consolidado la influencia de Estados Unidos en regiones estratégicas. Con su desmantelamiento, la Casa Blanca no sólo destruye un pilar de su diplomacia, sino que renuncia voluntariamente a su capacidad de moldear el mundo e instalar valores sin recurrir a la fuerza.

Durante las últimas semanas, la administración Trump ha llevado a cabo un plan drástico para reducir la plantilla de USAID de más de 10 mil personas a apenas 290. Esta purga no responde a un cálculo estratégico, sino a una arcaica ideología que ve la cooperación internacional como un despilfarro en lugar de una inversión. La retórica de “American First” ha pasado de ser un eslogan de campaña a una estrategia de aislamiento, dejando espacios abiertos que están por llenar China y Rusia.

El pretexto de Trump y su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Elon Musk, es el ahorro. Sin embargo, USAID representaba menos del 1% del presupuesto federal. Su impacto, en cambio, es incalculable: desde la lucha contra el VIH, malaria, hasta la respuesta a hambrunas y desastres naturales.

En lugar de una política exterior potente, Trump está cediendo terreno a China, cuya Iniciativa conocida como la Nueva Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés) ofrece financiamiento sin condiciones democráticas, permitiendo que regímenes autoritarios prosperen sin interferencias. Más de 150 países se inscriben en dicha ruta estratégica.

Mientras en Washington los líderes políticos debaten sobre “derroche y mala administración”, Beijing diseña planes estratégicos de expansión geopolítica. ¿Estados Unidos está obligado a ayudar a millones de personas que no son sus ciudadanos fuera de su país? La respuesta concreta es no; sin embargo, ese liderazgo sí tenía implícito, con todo lo perfectible que puede ser la democracia estadounidense, que ciertos países considerados como en riesgo y vulnerables tuvieran acceso a financiamiento para salvar millones de vidas y empujar la democracia liberal como la mejor forma de gobierno.

Para muchos especialistas, el suicidio del soft power yankee que lideran Donald Trump y Elon Musk, bajo una lógica aislacionista se alinea, paradójicamente, con los esfuerzos expansionistas de China y Rusia, naciones autoritarias que aplauden la nueva dinámica en la que la potencia global de occidente se restringe a sus fronteras y cede influencia en el circuito internacional.

En América Latina, México es uno de los países donde esta decisión tendrá repercusiones profundas. La presidenta Claudia Sheinbaum celebró la eliminación del financiamiento de USAID, acusando a la agencia de financiar opositores. Sin embargo, la realidad es más compleja.

Durante décadas, USAID ha trabajado con gobiernos mexicanos a nivel federal y estatal, incluyendo la administración de Andrés Manuel López Obrador y entidades gobernadas por Morena, impulsando programas de derechos humanos, transparencia y desarrollo. Incluso muchos de sus hoy altos funcionarios incrustados en dependencias como Secretaría de Economía, Secretaría del Trabajo, la propia Fiscalía de la República o la Sedena, han sido beneficiarios de programas de capacitación y asesoría técnica.

En 2024, dicha agencia destinó 77.7 millones de dólares a programas en México, de los cuales 44.3 millones fueron dirigidos a proyectos de democracia, derechos humanos y gobernanza. Organizaciones de la sociedad civil recibieron 6.6 millones de dólares para fortalecer su capacidad en temas de transparencia y rendición de cuentas. Su eliminación amenaza el trabajo de medios de comunicación independientes, iniciativas anticorrupción y programas de protección a periodistas en uno de los países más peligrosos para la prensa.

El periodismo libre, un pilar de la democracia, se debilita cuando las fuentes de financiamiento se secan. El cierre de USAID no solo afecta a México. Organizaciones internacionales, como Reporteros Sin Fronteras, han advertido sobre el peligro de recortar estos fondos. En 2023, financió la capacitación y apoyo de 6 mil 200 periodistas en todo el mundo y respaldó a más de 700 medios independientes. Su desaparición debilita la transparencia en países con instituciones frágiles y gobiernos con tendencias autoritarias, como lo es México.

Este desmantelamiento, en lugar de fortalecer la expansión de la democracia liberal como el mejor modelo de gobierno, abre la puerta a narrativas controladas y censuradas por los gobiernos autoritarios en turno. El repliegue de USAID tiene implicaciones más amplias.

USAID no solo beneficiaba a los países vulnerables o en riesgo, salvando de la malaria a 500 mil personas al año o previniendo la muerte prematura de 740 mil personas con VIH en cuatro años, según informes; sino también era una herramienta de influencia geopolítica. Su desaparición deja a Estados Unidos más débil y aislado en un mundo más hostil y complejo.

China no necesita fortalecer o actualizar su estrategia también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, solo necesita estar presente en donde Estados Unidos comience su repliegue. Mientras Washington destruye sus propios mecanismos de soft power, Beijing tiene más espacio para avanzar.

*** Miguel Ángel Romero: Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.
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Opinión

Jalisco ¿el Narco-Silicon Valley?

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*** Miguel Ángel Romero

El estado mexicano de Jalisco encarna hoy un dramático contraste que expone, con crudeza y horror, la dualidad de la naturaleza humana y, por supuesto, la ineficiencia del Estado mexicano. Dos realidades, diametralmente opuestas y aparentemente inconexas, conviven a escasos kilómetros, demostrando tanto lo más alto como lo más bajo del potencial humano.

Por un lado, Jalisco ha sido recientemente el foco de atención internacional debido al macabro hallazgo en un rancho ubicado en el municipio de Teuchitlán. Allí, el colectivo Guerreros Buscadores expuso al mundo la existencia de campos de entrenamiento para sicarios, hornos crematorios clandestinos y numerosos fragmentos óseos calcinados, acompañados de centenares de objetos personales que dan cuenta del exterminio en la región. Desde zapatos y prendas hasta identificaciones, fotografías y desgarradoras cartas de despedida.

La indignación creció cuando se conoció que el lugar había sido cateado previamente, en septiembre de 2024, sin resultados significativos debido a la magnitud del terreno, según autoridades locales. Este descuido institucional dejó a la sociedad con más preguntas que respuestas, aumentando la desconfianza en las autoridades encargadas de salvaguardar la seguridad de la población.

Jalisco enfrenta una devastadora crisis de desaparecidos: más de 15 mil personas mantienen ese estatus, colocándolo a la cabeza de los estados mexicanos en esta sombría estadística. Las denuncias de los colectivos apuntan a la existencia de redes criminales que engañan a personas vulnerables con falsas ofertas de trabajo, convirtiéndolas luego en víctimas de explotación, secuestro o incluso ejecución. Esta espiral de violencia es frecuentemente asociada al Cártel Jalisco Nueva Generación, agravando la percepción internacional que acusa al gobierno mexicano de tener vínculos con el narcotráfico, una etiqueta que se esfuerza por negar constantemente.

La Casa Blanca, tras la reasunción de Donald Trump, ha sido enfática en acusar al gobierno mexicano de tener una alianza intolerable con los cárteles de la droga y poner en peligro la seguridad nacional y la salud pública de Estados Unidos.

Sin embargo, en paralelo a esta oscura realidad, y a tan sólo 1 hora (59 kilómetros), emerge en Guadalajara, capital del estado, una narrativa completamente diferente: el ascenso tecnológico. Esta ciudad, reconocida como el “Silicon Valley mexicano”, ganó recientemente una competencia internacional contra otros 19 países para albergar una planta de producción de superchips avanzados, operada por la multinacional taiwanesa Foxconn, en colaboración con la gigante tecnológica NVIDIA.

La futura planta, fruto de más de tres años de arduas negociaciones, representa una apuesta extraordinaria en materia de innovación tecnológica. Allí se ensamblarán los revolucionarios chips GB200 Blackwell, componentes clave para la inteligencia artificial de próxima generación. Con una arquitectura hasta 30 veces más rápida que sus predecesores, estos chips potenciarán herramientas esenciales como los modelos GPT de OpenAI, y jugarán un papel crítico en la aceleración de aplicaciones científicas, procesamiento masivo de datos y creación de simulaciones avanzadas.

Young Liu, presidente de Foxconn, ha destacado la importancia estratégica del proyecto, afirmando que esta nueva instalación mexicana será capaz de ensamblar hasta 240 mil servidores por año. Esta capacidad récord no solo consolida la presencia de la empresa taiwanesa en América Latina, sino que también reduce significativamente su dependencia del mercado asiático, en sintonía con el nearshoring, en donde la entidad se erige como uno de las preferidas para la relocalización.

Estos desarrollos han sido celebrados por autoridades locales y nacionales, quienes subrayan que México es el principal socio comercial de Estados Unidos. Tal éxito en atraer inversiones tecnológicas muestra un rostro optimista y dinámico del país, muy distante de la violenta realidad que ocurre en otras partes del estado.

La paradoja de Jalisco reside precisamente en esta sorprendente proximidad entre dos mundos aparentemente irreconciliables. Por un lado, la brutalidad indescriptible del crimen organizado, capaz de sumir en la desesperación y el horror a miles de familias con la anuencia y complacencia del Estado mexicano; en el otro, el dinamismo innovador de la industria tecnológica, prometiendo un futuro brillante de prosperidad y avance. Este choque brutal de narrativas pone a prueba no solo la imagen internacional de México, sino también la capacidad del país para reconciliar sus profundas contradicciones internas.

El desafío que enfrenta Jalisco es simbólico de un dilema más amplio y extenso que atraviesa el país entero: decidir si la realidad de la violencia y la impunidad se continúa ignorando, o si prevalecerá la promesa y la esperanza del desarrollo tecnológico y la innovación. La coexistencia de ambas pone en riesgo a la segunda.

Y es que para muchos Jalisco es el ejemplo exacto de lo que ocurre en el 80% del país, en donde el control del crimen organizado está por encima de las autoridades o, en el peor de los casos, no existe diferencia entre unos y otros. Lugares en donde no importa el nivel de inversión o asentamiento de empresas tecnológicas con miras al futuro, porque simplemente son espacios y territorios en los que la migración forzada por el crimen, la extorsión y los homicidios son el común denominador. ¿Hasta qué punto pueden convivir las masacres con el desarrollo?

La normalización del desastre parece una “habilidad” adquirida por el ser humano, profundamente carente de sentido de preservación.

*** Miguel Ángel Romero: Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.
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Opinión

Nada está perdido para las MiPyMEs ante aranceles

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Por Renato Consuegra     

 Las MiPyMEs mexicanas, el alma de nuestra economía, se enfrentan a una nueva amenaza con las políticas de incremento de aranceles implementadas por el presidente Donald Trump y podrían verse afectadas por un entorno de incertidumbre que, lejos de ser un fenómeno abstracto, podría repercutir directamente en las operaciones de las micro, pequeñas y medianas empresas mexicanas, que representan más del 70% de la generación de empleo en el país.

Pero, ¿deberían las MiPyMEs mexicanas temer a los aranceles al 25% impulsados por Trump?

El panorama de las MiPyMEs en México es diverso y, por ende, el impacto de estos aranceles no será homogéneo, ya que mientras muchas de estas empresas operan en mercados nacionales, otras están estrechamente vinculadas con cadenas de suministro internacionales o realizan exportaciones a Estados Unidos, que es el principal socio comercial del país.

Para las MiPyMEs que dependen de insumos importados, como en los sectores manufacturero, automotriz o electrónico, los aumentos en los aranceles pueden significar un incremento considerable en los costos de producción, afectando tanto sus márgenes como su competitividad.

Los aranceles no solo afectan a las empresas que exportan a EE.UU., sino también a aquellas que importan productos o insumos desde este país o incluso desde otras regiones como, por ejemplo, las pequeñas unidades de negocio que fabrican componentes electrónicos o piezas para la industria automotriz, pero que necesitan insumos importados. Ellas enfrentarán un aumento en los costos que difícilmente podrán absorber sin afectar sus márgenes de ganancia. Esto se traduce en una menor competitividad frente a empresas más grandes, o en el peor de los casos, en la quiebra para aquellas que no puedan adaptarse rápidamente.

Por otro lado, es importante reconocer que las MiPyMEs mexicanas que operan principalmente en el mercado local pueden no estar tan expuestas a los aranceles directamente, sin embargo, la incertidumbre creada por las políticas comerciales internacionales también puede afectar la confianza del consumidor y la inversión. En un clima de inestabilidad económica, los consumidores tienden a reducir el gasto, lo que afecta a las empresas más pequeñas que dependen de un consumo constante, además de que, una menor inversión extranjera derivada de la incertidumbre podría impactar negativamente a aquellas empresas que necesitan de estos flujos de capital.

Sin embargo, no todo está perdido para las MiPyMEs mexicanas porque su capacidad de adaptación, que ya han demostrado en otras ocasiones, será clave para determinar el impacto real de los aranceles.

Muchas pequeñas empresas tienen la capacidad de diversificar su base de proveedores, explorando mercados alternativos o incluso recurriendo a proveedores nacionales para evitar el impacto de los aranceles. Esta forma de actuar ya conocida por muchas podría llevar a una reconfiguración de las cadenas de suministro, favoreciendo a los proveedores locales, lo que, a largo plazo, podría incluso fortalecer a las MiPyMEs al reducir su dependencia de mercados extranjeros.

Además, es crucial reconocer que el gobierno mexicano tiene un papel fundamental en este escenario porque si bien las políticas exteriores son difíciles de predecir, las autoridades mexicanas deben garantizar que las MiPyMEs no queden desprotegidas ante el impacto de los aranceles, para lo que pueden generar programas de apoyo fiscal, la promoción de la innovación y la búsqueda de nuevos mercados fuera de los Estados Unidos, entre algunas de las herramientas que el gobierno podría utilizar para ayudar a las pequeñas y medianas empresas a adaptarse a los nuevos desafíos. Sin embargo, es imperativo que estas medidas se implementen de manera efectiva y eficiente, para que las MiPyMEs no queden a la deriva en un entorno de competencia global.

La resiliencia también juega un papel crucial para las MiPyMEs mexicanas, puesto que deben enfocarse en mejorar su competitividad interna a través de acciones como invertir en tecnología, optimizar procesos productivos y fortalecer su presencia digital, pasos que podrían ser fundamentales para reducir el impacto de los aranceles y, al mismo tiempo, prepararse para un entorno cada vez más globalizado. Aquellas que logren diversificar sus mercados y fuentes de ingresos estarán en una mejor posición para resistir los efectos de las políticas proteccionistas.

A pesar de los retos, las MiPyMEs mexicanas también tienen la oportunidad de aprovechar el contexto actual para adaptarse y evolucionar, para lograrlo la clave está en la agilidad con la que respondan a los cambios en la economía global. En lugar de centrarse únicamente en los riesgos, las MiPyMEs deben considerar este momento como una oportunidad para reinventarse, diversificar sus fuentes de ingresos y fortalecer su competitividad.

En conclusión, las MiPyMEs mexicanas no deben temer a los aranceles per se, sino estar conscientes de los riesgos que implica el entorno global cambiante y, aunque algunas serán más vulnerables que otras, con la estrategia adecuada, muchas de ellas podrán adaptarse, diversificarse y sobrevivir. Las políticas gubernamentales, la resiliencia empresarial y una correcta gestión de riesgos jugarán un papel crucial en este proceso que las MiPyMEs deben aprovechar como una oportunidad para fortalecer sus bases y continuar siendo el motor de la economía mexicana.

De emprendimientos y más…

México se ha consolidado como uno de los mercados más dinámicos para el modelo de franquicia en América Latina, con más de 1,500 marcas en el país, las cuales contribuyen con un 5% al Producto Interno Bruto (PIB), destacando metrópolis como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, las cuales han emergido como polos clave de expansión, especialmente en sectores como cafeterías y servicios de belleza.

Aunque a menudo se percibe que las franquicias requieren grandes inversiones, el sector mexicano ofrece opciones para diferentes presupuestos y perfiles de emprendedores, con modelos innovadores y accesibles que están viendo un crecimiento constante. Entre las franquicias destacadas se encuentran Auto Tyre, B de Bueno, Lavaexpres, P7 y Guapaletas, que han logrado un gran éxito a nivel nacional e internacional.

Además del impacto económico, las franquicias en México también están generando transformaciones sociales significativas. Iniciativas como “Franquicias con Causa” promueven modelos de negocio con un impacto positivo en las comunidades, apoyando proyectos como Ponte Pizza, que dona pizzas a instituciones sociales, y Somos Bárbaros, que capacita a mujeres en reinserción social.

Asimismo, franquicias como Energi apuestan por la sustentabilidad y la reducción del impacto ambiental. A medida que el sector sigue creciendo, se abren interrogantes sobre cómo estos modelos de negocio podrán adaptarse a nuevas tendencias económicas y sociales, y qué sectores emergentes liderarán la próxima fase de expansión, un reto que Franquicias Que Crecen está anticipando y analizando para identificar oportunidades y desafíos.

 renato@yoemprendedor.mx

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Opinión

El Rincón del Giróvago. El mundo en tensión: quién cede primero

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Por. J. Alejandro Gamboa

1. EUA, China, Rusia y México juegan al borde del abismo ¿Quién cederá primero?

2. Las potencias miden fuerzas ¿Estamos al filo de un nuevo equilibrio o de una crisis?

Sin ser especialista en temas geopolíticos, puedo tratar de aplicar un poco de lo aprendido en mis clases de la UNAM y en un curso de prospectiva que tomé hace tiempo. Soy un principiante en la creación de escenarios, pero me interesa estar al tanto de la política global, siempre enlazada con el movimiento de los intereses económicos, así como las decisiones de cada región o país, para lograr objetivos determinados.

Hoy somos testigos de una encrucijada geopolítica que se asemeja a una partida de ajedrez en la que cada movimiento puede desencadenar una crisis o consolidar una ventaja.

Apliquemos una teoría de juegos. Consideremos cuatro actores racionales que toman acciones a partir de decisiones estratégicas con las cuales pueden obtener ventajas o perder logros, acorde a diversos factores, a veces complejos, dignos de estudiarse por los especialistas.

Me apoyaré entonces en la llamada Teoría del borde del abismo, aquella estrategia de llevar al adversario al límite sin cruzar la línea del conflicto abierto; esto me sirve como marco perfecto para analizar las dinámicas entre cuatro actores o jugadores “racionales”: Estados Unidos, México, China y Rusia.

Comencemos pues. Cada actor juega su partida con tácticas que buscan maximizar sus beneficios mientras minimizan los riesgos.  La pregunta es ¿hasta dónde pueden empujar sin caer al vacío?

Estados Unidos presionando a sus aliados y calculando sus amenazas, administrando su violencia. Desde Washington, la estrategia como lo fue en los momentos más duros, es reforzar su dominio económico y militar a costa de cualquier otro jugador.

La imposición de aranceles a productos mexicanos, canadienses y chinos muestra su determinación de reducir el déficit comercial, pero también el riesgo de una escalada en la guerra comercial. Mientras tanto, la administración de Trump modula su postura militar, suspendiendo operaciones cibernéticas ofensivas contra Rusia, lo que podría interpretarse como un intento de distensión.

Sin embargo, su relación con Ucrania sigue siendo tensa, con críticas constantes y hasta agresivas a Zelenski, con un deseo muy estimable de “ganarse” los recursos de aquel país la mala.

A corto plazo, EUA seguirá presionando a sus aliados y desafiando a sus rivales. A mediano plazo, la pregunta será si su estrategia de confrontación comercial y militar es sostenible. A largo plazo, podría enfrentarse a una redefinición de su liderazgo global en un mundo multipolar.

¿Qué pasa con nuestro México? Nuestro país sigue atrapado entre la dependencia económica con el vecino país y la necesidad de diversificar sus relaciones comerciales. La respuesta de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido diseñar un “plan B” para mitigar el impacto de los aranceles y fortalecer el mercado interno. A su vez, la cooperación con Washington en materia de seguridad ha sido reforzada, especialmente en el combate al tráfico de armas y fentanilo.

A corto plazo, este jugador (México) tendrá que maniobrar con cautela entre su principal socio comercial y su interés por fortalecer la autonomía económica. A mediano plazo, el éxito de su estrategia dependerá de su capacidad para abrir nuevos mercados. A largo plazo, podría apuntar a ser un actor con un mayor peso en el tablero geopolítico.

¿Y los chinos? Este jugador avanza a grandes pasos en el desarrollo de su propia estrategia supremacista. Las noticias señalan el descubrimiento de vastas reservas de torio en Batan Obo, ubicado en el oeste de Mongolia Interior con suficientes cantidades del metal radiactivo como para abastecer a toda China durante unos 60 mil años. Esto podría ser el golpe para reducir su dependencia de combustibles fósiles y asegurar su dominio energético durante miles de años.

En el ámbito diplomático, Pekín mantiene su respaldo a Rusia en la negociación con el país vecino sobre el conflicto en Ucrania. A corto plazo, China consolidará su liderazgo en energías alternativas y tecnología. A mediano plazo, seguirá expandiendo su influencia en regiones estratégicas y fortaleciendo sus alianzas. A largo plazo, se vislumbra como una superpotencia consolidada en un nuevo orden mundial multipolar.

Nuestro jugador, Rusia, permanece firme en Ucrania, pero desde Moscú el mensaje es claro: no devolverá los territorios ocupados, pues los considera parte de su territorio. Sin embargo, a pesar de su postura inflexible en ese frente, ha mostrado disposición para negociar con los gringos la explotación de recursos en el Ártico, una región de creciente interés estratégico.

En el corto plazo, parece que nuestro jugador mantendrá, como decía, su posición firme en el conflicto ucraniano. A mediano plazo, seguro reforzará sus alianzas con China y otros países para contrarrestar el aislamiento occidental. A largo plazo, su capacidad resiliente determinará si sigue siendo una potencia influyente o si se ve relegada a un papel secundario en la escena global.

Finalmente, la interacción entre estos cuatro actores o jugadores dibuja un escenario de incertidumbre, donde cada movimiento es un cálculo estratégico basado en la amenaza, la presión y la disuasión, pensando en jugadores racionales (desligados de otros aspectos no racionales, al menos en esta teoría prospectiva).

Y, aunque las Ciencias Sociales no son exactas por tratar con una materia volátil o imprevisible como lo es el ser humano, nuestro juego del borde del abismo continúa, y seguirá arrojando datos y valores que nos pueden ayudar con el apoyo de matrices matemáticas traducidas en aspectos cualitativos, y vislumbrar quién se atreve a dar el paso final o quién retrocede antes de caer al vacío.

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