Antes que todo, quisiera disculparme con mis lectores por la larga ausencia y también lamento que mi retorno sea con un tema tan complejo como lo que están viviendo hoy las mujeres afganas.
Después de la decisión de Estados Unidos de retirar sus tropas totalmente de Afganistán y la toma de los talibanes en dicho territorio, las noticias han sido inundadas con imágenes de afganos huyendo del país, mujeres con burkas protestando en las calles, mostrando a una población preocupada y molesta por la llegada de estos yihadistas fundamentalistas al país, lo cual implica un retroceso en materia de derechos humanos y sobretodo un desasosiego por las mujeres afganas, derivado de la religión, en donde los fundamentalistas interpretan de manera literal lo que pronuncia el Corán.
Antes del atentado de las Torres Gemelas, en 2001, los talibanes ejercían la Ley Islámica o Sharia en Afganistán, en donde las mujeres eran violentadas de maneras aberrantes. Un ejemplo de ello, es que eran golpeadas cruelmente por “dejar” que se les asomara su tobillo por debajo de la burka. Esta época de terror, duró desde los inicios de los años 90s hasta el 2001.
Y si miramos la historia, los talibanes surgieron por la retirada de las tropas de la entonces Unión Soviética en 1989. Así que es evidente que los pobladores estén a la expectativa de que ocurra lo mismo en 2021.
Internacionalmente pareciera preocuparles también el futuro de las mujeres afganas, sin embargo, hay historias que ellas mismas relatan, en donde al llegar las tropas extranjeras, las afganas sufrieron de violaciones sexuales, agresiones físicas y les arrebataron sus creencias.
Por que muchas personas alrededor del mundo, ven la religión islamita con lentes occidentales, pero la realidad es que hay mujeres que se sienten bien profesando dicha ideología. Son mujeres que deciden ser musulmanas, deciden portar la burka o el hiyab y eso es lo importante tener opciones, que por ahora les han sido arrebatadas a las mujeres y al pueblo afgano.
Incluso existe el feminismo islámico y organizaciones feministas en Afganistán, que no concuerdan con el feminismo hegemónico occidental, que este último, considera a las mujeres musulmanas como oprimidas y critica su creencia religiosa de forma petulante. En el feminismo islámico, a partir del Corán, las mujeres interpretan las escrituras de manera igualitaria entre géneros; “hombres y mujeres son iguales creados por Alá.”
Y también está la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, RAWA, por sus siglas en inglés, que han luchado por los derechos femeninos musulmanes, por una democracia laica y contra las ideologías extremistas de los talibanes desde 1977 y se han mostrado muy críticas hacia la llegada de soviéticos y estadounidenses a su país, llamándolos invasores.
¿Las mujeres de Afganistán tendrán que vivir nuevamente un periodo de terror? En donde tengan que esconderse de la muerte a manos de su “gobierno”, a manos de las creencias de una “guerra santa”, a manos de una creencia que ellas mismas profesan, pero que han tergiversado por intereses particulares, a manos de su pueblo, de sus hijos, de sus padres, de sus esposos, de sus hermanos…
Sin embargo, los talibanes argumentan que no tienen deseos de venganza y que las cosas cambiarán, que las mujeres no serán tan reprimidas porque se lo prometieron a Estados Unidos. A un país que bombardearon hace veinte años. A hombres que llegan con armas de alto calibre a prometerle al pueblo que todo estará bien, obligando a su presidente a huir del país.
Particularmente, concuerdo con la ideología de la asociación RAWA, nada tienen que hacer países extranjeros en su territorio. Su país, su gente debe unirse para derrocar a los talibanes y por fin, establecerse como un país laico y democrático, sin necesidad de intervención internacional, lo cual implica establecer organizaciones que garanticen el cumplimiento de los derechos humanos. Pero sé que es complicado en un país que ha estado en guerra por mucho tiempo y que sus creencias han sido utilizadas para lucrar con el país por intereses de algunos.
Lo que nos queda por hacer, a las que estamos de este lado del mundo, es desearles mucha fuerza y resistencia a las mujeres musulmanas, no sólo de Afganistán, si no de todo el mundo.