Ciudad de México, 22 de enero de 2021. La limitación de la movilidad, el estrés, el aislamiento, el cambio en nuestros hábitos cotidianos, la falta de sueño, el distanciamiento con nuestros seres queridos, perder a familiares y amigos por causa de la pandemia o estar enfermos, alteran nuestro mundo emocional y también la manera en que funciona nuestro sistema inmune, comentó el Dr. Gustavo Aguilar Velázquez, inmunólogo, profesor titular de la materia de Inmunología Facultad de Medicina, U.N.A.M
Está demostrado que emociones como la angustia y la tristeza afectan el sistema inmune especialmente en lo que se refiere a la primera línea de defensa contra los virus y contra las células que se han malignizado y especialmente se ve más afectado el sistema de defensas cuando estas sensaciones se prolongan por mucho tiempo.
En un primer momento de estrés, el sistema inmune es capaz de aumentar su respuesta y defendernos mejor, pero ante un estrés crónico o prolongado, termina agotándose y bajando la guardia ante cualquier enfermedad respiratoria como influenza, catarro común o Covid-9, lo que nos pone más vulnerables para contraerlas.
Además, al ser padecimientos con síntomas muy parecidos pueden dificultar el diagnóstico. “Como recomendación inmediata el médico debe de pensar en el momento actual en el que vivimos y que por fundamento epidemiológico y para prioridad de atención, el paciente debe considerarse que tiene Covid-19, hasta no demostrar lo contrario”, así lo comentó en conferencia de medios el Dr. Gerardo López Alergólogo e Infectólogo Pediatra, director general de Asistencia Pediátrica Integral (API) y socio titular de la Academia Mexicana de Pediatría.
Por ello de las mejores herramientas preventivas es el uso de inmunoestimulantes, como Pidotimod, que fortalece el sistema inmunológico contra virus y bacterias y coadyuva en el tratamiento en las primeras fases de la enfermedad.
y estos tiempos las precauciones para reducir el riesgo de contraer la COVID-19, los resfriados, y la gripe incluyen: Evitar el contacto cercano con cualquier persona fuera de tu casa, lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón por lo menos por 20 segundos, usar un desinfectante para manos, evitar los espacios interiores en donde haya mucha gente, cubrirse la boca y la nariz con el codo al toser o estornudar, evitar tocarse los ojos, nariz y boca.
Además de la medida de protección antes mencionada, la vacunación es considerada la primera opción y aunque se ha podido observar que la vacuna del COVID ha presentado algunas reacciones alergénicas, el beneficio de la protección de la vacuna es mayor al riesgo de presentar una reacción alérgica tratable en 1 de 100,000 o 1,000,000. de personas vacunadas. aseguró el Dr. David Mendoza, alergólogo e inmunólogo clínico, certificado por la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica.
Comentó el especialista que hasta el momento se han reportado 0.2% de reacciones adversas de 1,893,360 dosis aplicadas de la vacuna RNAm en EU, de los cuales solo se documentaron 21 casos de anafilaxia en el periodo del 11 al 23 de diciembre 2020, en los primeros 30 minutos de la aplicación, 17 tenían una historia de alergia previa y 7 antecedentes de anafilaxia.
En USA, los Centros de Control para la Prevención de Enfermedades (CDC) recomendaron NO vacunar a personas con antecedentes de alergia grave o inmediata (en las primeras 4 hrs.) asociada a cualquiera de los componentes de la vacuna, incluyendo el Polietilen glicol (PEG) y sus derivados como los polisorbatos.
“Las vacunas ponen en marcha las defensas naturales del organismo y de ese modo reducen el riesgo de contraer enfermedades2, son tan eficaces porque antes de tratar una enfermedad cuando esta aparece, pueden evitar que nos enfermemos” puntualizó el Dr. Mendoza.