Ciudad de México, 05 de noviembre, 2024.- Tomar consciencia de la conexión entre la diabetes, la insuficiencia renal y la necesidad de trasplante de riñón es crucial para entender la complejidad y gravedad de estas condiciones en México y el mundo.
La diabetes no se limita únicamente a la alteración de los niveles de glucosa en sangre, sino que, si no se controla oportuna y adecuadamente, puede causar daños severos en órganos vitales como los riñones. La nefropatía diabética, en particular, es una de las complicaciones más serias, pues lleva a la insuficiencia renal crónica, que, a su vez, lleva a la necesidad de un trasplante de riñón.
En México, se calcula que la incidencia anual (nuevos casos) de Enfermedad Renal Crónica (ERC) es de aproximadamente 45 mil individuos (346 por millón de habitantes), mientras que la prevalencia (pacientes que tienen o tuvieron el padecimiento) es de 188 mil (1.447 personas por millón de habitantes), por lo que ha sido considerado un problema de salud pública.
En nuestro país, la diabetes es la principal causa de enfermedad renal crónica y, por lo tanto, la principal razón por la que muchas personas necesitan un trasplante de riñón.
Con corte al 11 de octubre de 2024, el Centro Nacional de Trasplantes registró 19.748 receptores en lista de espera de un trasplante. El riñón es el órgano que encabeza la lista, con 16.553 pacientes necesitados.1
En el mismo período, se registraron únicamente 5.051 trasplantes en total, siendo 2.172 de riñón, colocándolo en el segundo lugar.1
Cuando la enfermedad avanza hasta la etapa terminal, el tratamiento con diálisis se vuelve necesario, sin embargo, reduce de manera importante la calidad de vida de las personas. En estos casos, el trasplante de riñón se vuelve la única opción que permite una mejora sustancial en la salud y calidad de vida a largo plazo. No obstante, esto no sería posible sin la disponibilidad de órganos donados y el acceso a medicamentos inmunosupresores para prevenir el rechazo del órgano trasplantado.
Estos medicamentos anti-rechazo actúan regulando la respuesta del sistema inmune para mejorar la aceptación del órgano trasplantado, así como prolongar su buen estado y la salud del paciente. Su uso requiere vigilancia médica estricta y cercana para minimizar posibles efectos secundarios. Son necesarios para el éxito del trasplante pues han demostrado ser altamente efectivos y seguros, permitiendo a los pacientes llevar una vida activa y productiva.
Las terapias con inmunosupresores pueden ser de inducción, de uso intravenoso, para prevenir el rechazo agudo y crónico durante las primeras semanas post-trasplante, o de mantenimiento, de uso oral, que deben tomar a largo plazo para conseguir una buena función del injerto con la máxima supervivencia del receptor.
La mejoría de la función renal permite que muchos de los medicamentos antidiabéticos que estaban contraindicados previos al trasplante, ahora sí puedan usarse. Por lo tanto, el arsenal terapéutico disponible aumenta de forma considerable.
Caritas Pharma fomenta la educación sobre el manejo adecuado de la diabetes para prevenir la progresión a insuficiencia renal y la necesidad de trasplante, así como la impulsar la cultura de la donación de órganos, ya sea en vida o después de la vida, como un acto de altruismo para reducir la brecha entre la lista de espera de pacientes y una segunda oportunidad de vida.
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