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Opinión

Día del Abogado, festejo de los sabios

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Aunque han pasado algunos días es pertinente mencionar que el pasado 12 de julio festejamos el Día del Abogado. Por decreto del Presidente Adolfo López Mateos, en Méxicocelebramos el Día del Abogado cada 12 de julio desde 1960, sin embargo, la historia de esta conmemoración se remonta a casi 500 años, cuando aún estábamos bajo el dominio español.

La palabra abogado nace del latín “Advocatus” que a su vez proviene de la expresión latina “ad auxilium vocatus”, es decir “el llamado para auxiliar”, y hace referencia a aquellos profesionistas que se dedican a defender en juicio, ya sea escrito u oral, los intereses de cualquier particular, de empresas o de los gobiernos en asuntos jurídicos ante los tribunales competentes.

El día del Abogado se celebra cada año con la intención de recordar a los que hemos decidido estudiar la carrera de Derecho, que debemos seguir preparándonos para lograr que se lleve a cabo una adecuada aplicación de las leyes y, con ello, lograr que se le haga justicia a quien lo solicite y/o a la sociedad en general.

Los que obtuvimos el Título de Licenciado en Derecho, debemos entender también, que es un arte del saber las formalidades que en ella conlleva, el abogado que no es sabio y no se actualiza en sus conocimientos para el futuro, no es abogado. El Derecho abarca diferentes áreas de aplicación y lo puedo definir como: “el conjunto de normas jurídicas que regulan la conducta externa de los individuos en sociedad”.

Ahora bien, una triste realidad que tenemos es que muchas personas violan las leyes todos los días, desafortunadamente entre ellos tenemos autoridades y hasta los propios abogados, los cuales no aman su profesión como debe ser, no luchan por descubrir la verdad, no son pacientes y, sobre todo, no estudian las leyes, ya que muchas de ellas son actualizadas y por ende requiere una mejor y constante preparación con lo cual se podrá obtener mejores resultados en la búsqueda de la justicia, de acuerdo a la rama del Derecho que se trate.

Es por ello que, a la nueva generación de estudiantes de Derecho, les debemos de inculcar de manera muy consciente de lo que realmente significa el ser abogado, ya que van a tener la gran responsabilidad que esta carrera comprende dentro de la sociedad y de las repercusiones que trae consigo cuando no se ejerce correctamente.

Dicho lo anterior, considero oportuno hacer mención de los mandamientos del abogado, los cuales son:

1.- Estudia.

El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serán cada día un poco menos Abogado.”

Las leyes son modificadas de acuerdo a las necesidades de la sociedad, por ello debemos de actualizar siempre nuestros conocimientos para tener la suficiente capacidad de asesorar a las personas que hayan sido dañadas en sus derechos.

2.- Piensa.

El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.”

El abogado debe tener la capacidad de razonamiento para que le ayude a analizar detalladamente cualquier situación compleja dentro de los roles de la sociedad.

3.- Trabaja.

La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la Justicia.”

El abogado debe trabajar el tiempo necesario para aplicar su destreza ante cualquier reto al que se enfrenta a diario en el ejercicio de las actividades laborales inherentes a su profesión.

4.- Lucha.

Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia.”

Todo abogado debe luchar para defender las leyes como litigante en alguna rama del Derecho y en sus diversas formas al referirse al deber ser de las normas que rigen a la sociedad como un ente jurídico. La lucha por la justicia significa que debe luchar para descubrir la verdad de los hechos.

5.- Se leal.

Leal como tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo, Leal para con el Juez que ignora los hechos, y debe confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas.”

El abogado debe ser leal con sus clientes, tiene que saber comprender y entenderlo sin divulgar lo que le haya confiado para buscar que se haga justicia.

6.- Tolera.

Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.”

La tolerancia es la capacidad que cada persona tiene de saber escuchar y aceptar a los demás, los abogados deben aprender a tolerar, saber escuchar y aceptar las opiniones que pueden ser de beneficio en cualquier situación en la que se encuentren.

7.- Ten paciencia.

El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.”

El abogado que no tenga paciencia, el tiempo jamás lo favorecerá, un juicio no se logra con prontitud, hay que saber esperar a que las etapas del procedimiento se cumplan. La paciencia es uno de los requisitos esenciales para tener éxito.

8.- Ten fe.

Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho, en la Paz como substitutivo bondadoso de la Justicia; y, sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.”

Existen abogados que al ejercer su profesión se guían por el poder y la economía más nunca por la justicia, por ello, uno de los instrumentos fundamentales del abogado es la paz, con ella podrá visualizar la justicia y no el poder.

9.- Olvida.

La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.”

La actuación del abogado en un conflicto entre dos personas es a través del litigio en un juicio, sin embargo, no solo deben pelear por sus intereses sino hacer valer los derechos de cierta persona y así conseguir la justicia. Así mismo, cuando se logra la victoria o derrota solo se debe ver el fin o meta que se logró alcanzar en el proceso, de esta manera seguir fortaleciendo los conocimientos teóricos y prácticos para atender un nuevo juicio.

10.- Ama a tu profesión.

Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proporcionarle que sea Abogado.”

La abogacía no solo se debe ejercer, también hay que sentirla y amarla para que con orgullo podamos decirles a nuestros hijos que sigan el mismo ejemplo.

Dicho lo anterior, considero que todos los abogados debemos trabajar para que la ley se aplique correctamente y así lograr que se haga justicia, de esta manera estaremos en la posibilidad de proteger y salvaguardar la moral y la integridad física de un abogado, imponiendo con ello un conjunto de valores que consagran su ética profesional.

Hoy quiero decir:

¡Gracias al Derecho por darme los valores y la ética profesional que se requiere para defender los intereses del ser humano, gracias por hacer de mi persona, un ser humano garante de los derechos humanos de mis semejantes, gracias por mantenerme en el camino de la legalidad y librar los obstáculos de la injusticia!

Gracias a Dios estoy muy orgulloso de ser “Un gran Abogado”.

¡Felicidades a todos mis colegas, fuerte abrazo y sigan luchando por justicia!

“El dinero hace a los abogados ricos, el conocimiento, sabios y la humildad hace grandes abogados”. MilesDeFrases.com

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Silencio incómodo: el sionismo en Occidente

*** J. Alejandro Gamboa C.

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En los últimos meses, he sentido la necesidad de comprender mejor el concepto de sionismo, un tema que ha ganado relevancia en los debates políticos y sociales globales, especialmente en el contexto del conflicto entre Israel y Palestina.

Con este artículo, no sólo busco despejar el origen y la evolución de este movimiento, sino también entender cómo se ha transformado en un punto central de controversia y teorías de conspiración. Además, retomo el incómodo silencio de muchas figuras públicas, artistas e influencers en torno al tema.

El sionismo surgió en el siglo XIX como respuesta a la persecución y violencia que enfrentaban los judíos en Europa, particularmente en el Este, donde los pogromos eran comunes. Fue en este contexto que Theodor Herzl organizó el Primer Congreso Sionista en 1897, cuyo objetivo era establecer un hogar nacional judío en Palestina.

Este movimiento, en sus inicios, no fue respaldado por todos los judíos; algunos, especialmente los liberales y ortodoxos, lo consideraban una amenaza a la integración o una violación de las creencias religiosas que indicaban que el regreso a la Tierra Prometida debía ser un acto divino​

Según la información, a medida que el sionismo ganó fuerza, especialmente después de la Declaración Balfour de 1917 y las sucesivas olas de inmigración judía a Palestina, comenzó a consolidarse como un movimiento con implicaciones políticas y sociales globales.

La creación del Estado de Israel en 1948 marcó un hito importante, pero también el inicio de una serie de conflictos con los palestinos que continúan hasta el día de hoy​.

La perspectiva religiosa y el apoyo occidental

El sionismo, originalmente visto con escepticismo por los sectores religiosos, ha encontrado su lugar en una corriente llamada sionismo religioso, que ve la creación de Israel como parte de un plan divino. Esta versión del sionismo ha sido respaldada no sólo por sectores religiosos judíos, sino también por grupos cristianos evangélicos, especialmente en Estados Unidos, quienes interpretan la existencia de Israel como el cumplimiento de una profecía bíblica. Este apoyo ha tenido un impacto considerable en la política exterior de Estados Unidos hacia Israel​.

Al mismo tiempo, los grupos de influencia como AIPAC (American Israel Public Affairs Committee) han desempeñado un papel fundamental en moldear la percepción pública y las políticas hacia Israel en Occidente. Sin embargo, en medio del actual conflicto con Palestina, es difícil ignorar las crecientes críticas hacia la aparente inmunidad de Israel ante la condena internacional por las acciones militares en Gaza y Cisjordania​

El silencio incómodo…

Un tema que me ha llamado mucho la atención es el silencio de muchas figuras públicas respecto al conflicto. Desde artistas hasta influencers, pocos se atreven a criticar abiertamente las políticas israelíes.

Según diversos informes, esto se debe en gran medida al temor a represalias en la industria del entretenimiento. Ejemplos como el despido de Maha Dakhil, quien criticó a Israel en redes sociales, o la cancelación de eventos de autores que hablaron a favor de Palestina, ilustran cómo la libertad de expresión está siendo reprimida en muchos espacios públicos​

Este silencio no sólo afecta a las personas públicas, sino que también es parte de un debate más amplio sobre las teorías de conspiración que rodean al sionismo. Uno de los mitos más extendidos es el de la “Zionist Occupied Government” (ZOG), que alega, sin fundamentos, que los gobiernos occidentales están controlados por intereses sionistas.

Dicha teoría, asociada a grupos neonazis, ha sido ampliamente desacreditada, pero sigue siendo utilizada para justificar el antisemitismo en muchas partes del mundo​

¿Se puede dialogar?

Al final del día, la situación me lleva a reflexionar sobre la importancia de poder hablar abiertamente sobre estos temas sin miedo a represalias. Aunque es vital distinguir entre la crítica legítima a las políticas de un Estado y el antisemitismo, actualmente parece que este debate está siendo sofocado.

La crítica a las acciones militares de Israel contra los palestinos, que ha provocado la muerte de miles de civiles, se enfrenta a una censura velada en muchas plataformas y sectores.

El sionismo es un tema complejo, lleno de matices históricos, religiosos y políticos que siguen siendo relevantes. Desde su origen, como un movimiento para proteger al pueblo judío, hasta su papel central en el conflicto israelo-palestino, es imposible entender el presente sin considerar las múltiples capas de este movimiento.

Puede parecer utópico, pero a medida que el conflicto continúa, es urgente fomentar un diálogo honesto y abierto que permita abordar las verdaderas causas de la violencia sin caer en teorías conspirativas o en la censura de voces críticas. Estamos en el momento de cuestionar, investigar y, sobre todo, hablar, porque el silencio también es una forma de participación y complicidad. Pienso.

Alejandro Gamboa C.
Licenciado en periodismo con estudios en Ciencia Política y Administración Pública (UNAM) Enfocado a las comunicaciones corporativas. Colaboró como co editor Diario Reforma. En temas de ciencia y comunicación en Milenio y otros medios digitales. Cuenta con 15 años dedicado a las Relaciones Públicas. Ha colaborado en la fundación de la Agencia Umbrella RP. Ha realizado trabajos como corrector de estilo, creador de contenidos y algunas colaboraciones como profesor en escuelas locales.

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Sheinbaum y la fragilidad del poder absoluto

*** Miguel Ángel Romero Ramírez

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Mientras el oficialismo consolida su control con una reforma judicial devastadora, Claudia Sheinbaum será una de las principales perjudicadas por las secuelas que esta medida tóxica traerá consigo.

A escasas dos semanas de asumir el poder, el destino de su sexenio parece condenado a seguir el rígido molde autoritario que le diseñó e instaló su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. Esta reforma judicial, más que una simple reestructuración del sistema de justicia, es un golpe directo al equilibrio de poderes, cuyo significado implícito es un grave retroceso para la democracia mexicana.

La ruta que se impone a partir de esta medida no es de estabilidad ni de moderación, sino de radicalización, diferenciando claramente entre el “movimiento” y su “liderazgo”, en donde Sheinbaum, como figura política, se vuelve sacrificable en nombre de la continuidad del proyecto. Rápidamente se hace evidente que ella no domina la Cuarta Transformación, sino que esa figura, generada simbólicamente por AMLO, la mantiene secuestrada.

La elección de jueces por tómbola no sólo es un atentado contra la imparcialidad judicial, sino una estrategia para concentrar más poder en manos del oficialismo, lo cual no implica necesariamente que dicho poder esté en las manos de la nueva presidenta. Bajo este nuevo esquema, la justicia deja de ser un contrapeso y se convierte en una herramienta de obediencia política. Una simple extensión de la maquinaria. Sin embargo, esta acumulación de poder, paradójicamente, no refuerza a Sheinbaum, sino que la debilita.

Si Sheinbaum continúa abrazando esta dañina reforma, también estará colocándose en la ruta para configurarse como un personaje desechable. El tablero que López Obrador diseñó no tiene como uno de sus objetivos sostenerla a largo plazo, sino perpetuar la estructura de poder. En este sentido, quien hoy ocupa la presidencia parece tan reemplazable como cualquier otro actor político que no se alinee perfectamente con los intereses del sistema implantado.

Esta concentración de poder por parte del oficialismo empuja a Sheinbaum hacia una inevitable radicalización. Sin la legitimidad que podría proporcionarle imprimir su propio sello, la administración que recién comienza dependerá de métodos cada vez más coercitivos para mantener el control. Cada vez que un juez esté alineado con los preceptos y deseos del Poder Ejecutivo en lugar de la ley -beneficiando a los círculos cercanos al poder-, se erosionará la confianza de los ciudadanos, no solo en las instituciones, sino también en Sheinbaum.

Quedan pendientes por resolver los señalamientos contra los hijos del expresidente y sus amigos por corrupción, así como un sinfín de casos relacionados principalmente con los megaproyectos como la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles y el desarrollo del corredor transístmico que busca conectar el Océano. Pacífico con el Golfo de México. A esto se suman los nuevos delitos cometidos por la renovada Guardia Nacional, ahora bajo el mando del Ejército, que en tan solo dos semanas se estrenó con una masacre de migrantes y violaciones a los derechos humanos en distintos puntos del país.

La imagen de un gobierno que respeta la legalidad queda comprometida, mientras que la distancia entre Sheinbaum y sectores de la sociedad, con expectativas totalmente diferentes a lo que está ocurriendo, se agranda. Es falso que el mandato de los 36 millones de votos obtenidos fuera para destruir el equilibrio entre poderes. Con el tiempo, la acumulación de errores y el desgaste que acompaña a la radicalización provocarán que Sheinbaum se convierta en una figura política cada vez más frágil.

El laberinto en el que la presidenta navega sin brújula, siguiendo un guion que no escribió, traerá consigo una pérdida de legitimidad tanto al interior de su gobierno como en el exterior. Mal arranca la nueva presidenta de México, quien rápidamente se encuentra en franca desventaja frente al aparato oficialista que, en el mejor de los casos, buscará someterla y aplastarla, mientras que, en el peor, la culpará del fracaso casi inminente ante una herencia tan devastadora como la dejada por López Obrador.

Miguel Ángel Romero: Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.
X: @MRomero_z

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Sheinbaum y el riesgo del acantilado de cristal

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*** Miguel Ángel Romero Ramírez

Claudia Sheinbaum llega a la presidencia asumiendo el rol de un simple instrumento de la narrativa de la Cuarta Transformación. Se presenta como la continuidad de un proyecto, como la figura que debe garantizar que el legado de Andrés Manuel López Obrador permanezca intacto. Todo en su discurso sugiere que el líder es otro, que ella está al servicio de una visión mayor.

Sin embargo, la realidad del poder es otra. La presidencia es suya. Por más diques que López Obrador haya intentado poner, el poder del cargo reside ahora en ella.

Su postura leal no es ingenua. Comprende que su papel dentro de la narrativa exige subordinación, pero también sabe que el control operativo y la capacidad de decisión son inherentes al cargo. Este equilibrio es la clave: mantener la apariencia de continuidad sin renunciar a la potestad que la presidencia otorga. Sheinbaum tiene el poder real, aunque el liderazgo simbólico siga apuntando hacia su predecesor. Esa es su ventaja: el poder del cargo, aún bajo la sombra de quien le abrió el camino.

En su aparente sumisión, pareciera que hay estrategia. No necesita romper abiertamente con López Obrador para cambiar las cosas. La transformación no tiene que ser ruidosa ni estridente. Ella sabe que, al posicionarse como la continuadora fiel, desactiva los conflictos internos y mantiene a los militantes cohesionados. Pero esa misma posición le otorga el espacio para actuar. Puede modificar políticas, ajustar enfoques y crear cambios profundos, sin cuestionar el relato que sostiene la Cuarta Transformación.

El mayor reto de Sheinbaum estará más allá de la continuidad o de los ajustes silenciosos. Su verdadero desafío será construir su propia popularidad y capital político. No sólo por vanidad sino para tener la capacidad de ejercer el poder y gobernar. Entiende perfectamente bien que los 36 millones de votos obtenidos en las elecciones de junio pasado se los debe casi de manera exclusiva a la figura de López Obrador. La sombra del líder y sus adoradores se configuran como una guillotina que pende sobre ella y la cual debe deconstruir a partir de un enfoque propositivo.

Para lograrlo, en cada decisión, en cada acto, Sheinbaum está obligada a demostrar que es capaz de consolidar un liderazgo propio, independiente de quien la precedió. No puede ser vista todo el tiempo como la extensión de la figura de alguien más; debe construir su propia conexión y capital con la ciudadanía. La clave estará en su capacidad para transformar esa lealtad en algo que la haga a ella irremplazable. Dejar de ser la heredera de López Obrador para convertirse en una líder que se sostiene por sí misma.

Distinguirse sin romper con quien la encumbró será el principal reto. Si Sheinbaum no logra posicionarse en un corto plazo, su mandato no sólo quedará marcado por la subordinación, sino que enfrentará en el camino problemas de gobernabilidad y legitimidad, elementos que en la práctica se sobreponen a la retórica y a la propaganda que, hacia finales del sexenio de AMLO, mostraban cierto agotamiento y reducción en su efectividad.

La primer mujer presidenta de México está orillada a imponer su sello y a actuar, sino quiere convertirse en el chivo expiatorio de la Cuarta Transformación. Enfrenta el desafío de evitar caer en lo que se conoce como el “acantilado de cristal”: ese abismo invisible al que se empuja a las mujeres a “liderar” en política y negocios cuando las condiciones en las que recibe el encargo marcan fracaso casi inminente.

Y es que Sheinbaum hereda un país cargado de problemas estructurales: un país con presencia militar en tareas de seguridad que maquilla un Estado de excepción en el que crisis de inseguridad se refleja en el dominio del crimen organizado en la mayoría del territorio nacional; una corrupción generalizada que trastoca a los hijos, amigos y familiares del expresidente.

También, un sistema de salud que se burla de los enfermos cuando lo único que les receta son spots en los que sostienen que los servicios son mejor que en Dinamarca; una centralización del poder que amenaza la independencia judicial poniendo en entredicho el orden constitucional y por ende el régimen democrático; un desmantelamiento institucional que apuesta por aniquilar los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas.

En ese sentido, la narrativa del obradorismo, que se ha impuesto como el único camino legítimo, no permite fisuras. Y en ese marco, cualquier desvío o fracaso podría recaer sobre ella, mientras que los éxitos seguirían siendo atribuidos al proyecto del fundador. “El “acantilado de cristal” se convierte en una trampa estructural.

Si Sheinbaum no logra redefinir el rumbo y marcar una diferencia clara, corre el riesgo de que se la culpe de todos los problemas que la Cuarta Transformación no ha resuelto. Es el escenario clásico donde el liderazgo de las mujeres es aceptado sólo cuando la crisis es inevitable y se requiere un responsable visible para el fracaso. Así, si las cosas no mejoran, Sheinbaum se convertiría en el chivo expiatorio perfecto, desviando las críticas que deberían dirigirse a la naturaleza misma del proyecto heredado.

*** Analista y consultor político. Por más de 12 años, creador de estrategias de comunicación para el sector público y privado. Licenciado en comunicación y periodismo por la UNAM y maestro en gobierno por el Instituto Ortega y Gasset. Observador del uso de las nuevas tecnologías y su impacto en la democracia.

Foto: Presidencia de la República

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